nº 977 - 23 de septiembre de 2021
La abogacía no camina sola en Ucrania
José Mª Alonso Puig. Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid
Si conmovedora es la respuesta de nuestros compañeros, no menos orgullo ha despertado la rápida y enérgica reacción de la abogacía institucional
La función social de la abogacía se forja especialmente en momentos adversos, cuando se hace visible el carácter solidario y la empatía de un colectivo unido como una roca frente a las injusticias
Antes de convertirse en un revolucionario, John Adams fue uno de los más afamados abogados de su época. Tenía apenas 41 años cuando estalló la guerra que llevaría al territorio británico en América a convertirse en Estados Unidos y a Adams a cambiar la abogacía por una carrera política que culminaría siendo el segundo presidente del nuevo país. Suya es la frase: «las personas y las naciones se forjan en el fuego de la adversidad».
Hoy es en Europa donde la paz se ha quebrado con una virulencia que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, y son los abogados ucranianos quienes han colgado la toga para defender su territorio contra la invasión del ejército ruso. Algunos, a través de las armas, y otros utilizando sus redes de contactos internacionales para canalizar recursos militares, logísticos y financieros a la defensa del país, además de ayudar a los clientes y a la sociedad civil a recopilar pruebas sobre posibles crímenes de guerra.
La abogacía, como todas las profesiones, busca sacar lo mejor de sí misma en la adversidad, y una buena muestra de ello es la respuesta al llamamiento realizado desde el Colegio de Abogados de Madrid para asistir jurídicamente de forma voluntaria a los ciudadanos ucranianos que busquen refugio en nuestro país. En apenas unos días, cientos de abogados y abogadas con experiencia demostrada en materia de extranjería y dominio de idiomas se han ofrecido de manera completamente altruista para reforzar, llegado el caso, unos servicios de orientación jurídica muy efectivos pero dimensionados para tiempos de paz.
También se cuentan por centenares las personas colegiadas que están ofreciendo sus hogares para acoger solidariamente a las familias desplazadas, en particular las de abogados llamados a filas o implicados de múltiples maneras en la defensa de su país.
Compromiso con la legalidad internacional y la defensa de los derechos humanos
Si conmovedora es la respuesta de nuestros compañeros, no menos orgullo ha despertado la rápida y enérgica reacción de la abogacía institucional, comprometida con la protección de la legalidad internacional y la defensa de los derechos humanos. Desde Madrid, el ICAM ha creado un equipo de trabajo que de forma transversal y en tiempo récord impulsa un ambicioso mecanismo de ayuda basado en tres pilares fundamentales: asesoramiento jurídico gratuito, ayuda humanitaria y activismo normativo.
En la primera pata, el Colegio cuenta ya con un nutrido grupo de voluntarios y voluntarias preparados para agilizar los trámites de regularización y asesorar jurídicamente, cuando lo necesiten, a las personas amparadas por la directiva de protección internacional activada a nivel europeo que busquen instalarse en Madrid.
En materia humanitaria, y de manera coordinada con las organizaciones designadas oficialmente para coordinar el sistema de acogida en nuestra región, el ICAM trabaja para facilitar la acogida de las familias de la abogacía ucraniana por aquellas familias de la abogacía de Madrid que han ofrecido sus hogares como refugio. Además, con la especial implicación de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid, el Colegio ha convertido sus instalaciones en Espacio Abogacía en un hub logístico para la recepción de ayuda material destinada a los refugiados de la guerra de Ucrania.
Finalmente, y una vez activados los dos primeros pilares, el ICAM abrirá una tercera línea de actuación mediante la elaboración de una propuesta normativa integral para garantizar la sostenibilidad del sistema de acogida y facilitar la integración de los refugiados ucranianos, con especial atención a los menores y los colectivos más vulnerables.
Parafraseando a Adams, la función social de la abogacía se forja especialmente en momentos adversos, cuando se hace visible el carácter solidario y la empatía de un colectivo unido como una roca frente a las injusticias. Aunque el ejercicio de esta profesión está ligado tradicionalmente a un estricto individualismo, los abogados se han convertido en esta crisis en un ejemplo por su capacidad para responder de forma colectiva a los grandes desafíos, haciendo bueno el adagio africano: «si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos ve acompañado». ■