nº 983 - 31 de marzo de 2022
El informe oral y las leyes de la memoria
Óscar Fernández León. Abogado y experto en habilidades profesionales
Será objeto de esta colaboración examinar las leyes de la memoria, y abordar su aplicación durante el trámite de informe oral para asegurarnos de que el auditorio (juez, tribunal o jurado) recuerde lo esencial de nuestro mensaje
«Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa» Arthur Schopenhauer
La memoria, considerada como el sistema de procesamiento de la información que nos permite organizar experiencias pasadas y hacerlas accesibles cuando lo necesitamos (lo que se logra a través de procesos de almacenamiento, codificación, reconstrucción y recuperación de la información), constituye una herramienta fundamental para el abogado, ya que a la hora exponer su discurso deberá evocar datos de diferente naturaleza necesarios para una exposición fluida del alegato, lo que no implica que este deba exponerse «de memoria», sino que dicha fluidez requiere que el orador pueda servirse de la misma para evocar aquellas ideas, hechos o argumentos que le permitan construirlo y exponerlo adecuadamente.
Será objeto de esta colaboración examinar las leyes de la memoria, y abordar su aplicación durante el trámite de informe oral para asegurarnos de que el auditorio (juez, tribunal o jurado) recuerde lo esencial de nuestro mensaje.
Acorde con los estudios realizados en la materia, estas leyes pueden clasificarse en las siguientes:
La Ley de la atención: recordamos mejor en la medida en que mostramos mayor atención y concentración en el proceso de observación de la persona u objeto que deseamos memorizar. Se recuerda mejor en la medida que haya mayor atención y concentración.
Ley de la afectividad: es más fácil recordar aquello que nos resulta más agradable, puesto que mostramos un mayor interés o deseo de conocerlo, lo que facilita su memorización.
Ley de la asociación o asimilación: es igualmente más fácil recordar ideas en la medida que se asocien a otras existentes y consolidadas en la mente, ya que la evocación de estas «ideas base» podrán permitirnos arraigar la nueva idea en nuestra mente. Efectivamente, los recuerdos se reproducen mejor si van asociados a formas visuales o gráficas, determinadas experiencias o vivencias como los sonidos u olores, o a un lugar frecuentado, una persona, etc. Esta ley, centro de todos los sistemas mnemotécnicos, es quizás la más importante de todas ya que a través de la asociación comprendemos, y mediante la comprensión recordamos.
Ley de la repetición: la memorización de una idea se incrementa a medida que la repetimos, o lo que es lo mismo, la repetición de la percepción facilita que memoricemos más.
Ley del olvido o también conocido como ley de la latencia: lo aprendido se olvida a un ritmo progresivo, digamos logarítmico. Si bien depende de diversas circunstancias, existe una progresión muy rápida del olvido en las primeras horas, más lenta a medida que transcurre el tiempo y, finalmente, queda un residuo que resiste al tiempo y que será el responsable de la eficacia de la ley de la asociación. Por lo tanto, evocaremos más y mejor una idea en la medida en que se produzca menos espacio temporal entre la percepción y la evocación.
Ley de extensión y de la codificación: se memoriza más fácilmente si lo hacemos en unidades de elementos más pequeños y especiados en el tiempo.
El abogado que utilice la memoria acorde con sus leyes dispondrá de más facilidad para llevar a cabo su trabajo diario, pues obviamente accederá con más facilidad a ideas y conocimientos para su empleo inmediato, y su discurrir será en todo momento más seguro y confiable.
Pero, ¿cómo puede el abogado aprovechar el conocimiento de las leyes de la memoria para asegurarse de que su alegato queda grabado en la memoria del auditorio? Esta es una cuestión compleja, ya que dependerá de múltiples factores, si bien podemos considerar como técnicas más adecuadas para alcanzar dicho objetivo las siguientes reglas:
En relación con la ley de la asociación o asimilación, es conveniente realizar un informe bien coordinado en el que las ideas se encuentren muy bien organizadas, de modo que los argumentos estén en coherencia con hechos y pruebas. De esta forma, facilitaremos al auditorio que las ideas se recuerden con mayor facilidad por virtud de esta ordenación y coherencia.
Respecto de la ley de la repetición, debemos preocuparnos de repetir las ideas o argumentos fundamentales de nuestro alegato a lo largo del informe, de forma que, por razón de dicha repetición, las ideas queden grabadas en la mente del juez. Por ello es altamente recomendable el empleo del exordio y la peroración, para reiterar las ideas básicas objeto de nuestra alegación. Esta idea de repetición estaría muy alejada de la machacona y persistente reiteración de argumentos que, en ocasiones, se observan en sala, pues nos estamos refiriendo a una reiteración estratégica.
La ley del olvido nos enseña que tras la exposición una parte considerable de nuestro informe se olvidará, si bien siempre quedará un residuo en la mente del juez de nuestro informe. Es precisamente nuestra labor asegurarnos que este residuo se componga de las ideas y argumentos principales, por lo que además de la repetición señalada anteriormente, deberemos ser breves, precisos y concisos en nuestra exposición, aprovechando al máximo el comienzo y la conclusión del discurso para destacar las ideas claves.
En cuanto a las leyes de la extensión y de la codificación, qué duda cabe que nuestra exposición deberá realizarse de forma estructurada y homogénea (exordio, narración, argumentación y refutación, y epílogo) en la que se resalten las ideas principales de forma clara y precisa, con el fin de no transmitir un mensaje extenso e indivisible.
Finalmente, la ley de la afectividad nos propone que expongamos el discurso empleando una comunicación verbal y no verbal atractiva, que haga que el auditorio se sienta propenso a escuchar el mensaje.
Finalmente, resaltar que el mejor contexto para memorizar ideas y conceptos es aquel en el que nos encontremos descansados, relajados y por tanto con la mente libre de otros pensamientos que puedan enturbiar nuestro trabajo, todo ello sin olvidar que deberemos estar interesados y atraídos por una materia que deberá ser comprensible previamente a su memorización. ■