nº 983 - 31 de marzo de 2022
Consecuencias positivas y negativas de la pandemia para los despachos de abogados
Conscientes de los aspectos negativos de la pandemia
Joan Ignasi Soldevilla. General Manager en RocaJunyent
Partiendo de la base de que casi siempre toda dificultad también comporta una posibilidad de reflexión y mejora, los aspectos que a continuación se relacionarán tienen su otra cara de la moneda que nos ha permitido a todos avanzar hacia un modelo de despacho mejor.
El desgaste anímico ha sido sin lugar a duda el peor de los aspectos negativos de la pandemia con los que hemos tenido que lidiar, pues las olas sucesivas nos han mantenido en constante vilo, con aplicación de medidas preventivas de intensidad oscilante, confinamientos selectivos, sufriendo casos de positivos que, afortunadamente, siempre han sido superados, e incluso, una cierta sensación de no ver el final que aún retenemos y de agotamiento en algunos momentos y personas. Para ello la gestión de las personas ha debido mejorarse, la proximidad, la interpretación de la comunicación no verbal, el management en mayúsculas.
Por otra parte, la falta de contacto físico con los equipos es también un aspecto que se ha tenido que gestionar pero que ha impactado. La nuestra es una profesión en la que el debate entre los abogados, la transmisión de criterio a los más jóvenes, el matiz, el detalle, son fundamentales, y se han visto interrumpidos de forma abrupta al principio, y alternativa después con las sucesivas olas de contagios, lo que ha comportado un sobreesfuerzo a todos los profesionales para compensar dicha falta de presencialidad. También entre los equipos de gestión donde se han tenido que habilitar mecanismos de funcionamiento complementarios. Todo ello sin mencionar nuestra naturaleza mamífera que precisa de la comunidad.
El apoyo a los clientes ha sido innegociable, pero para ello los despachos y sus profesionales han debido doblar sus esfuerzos para defender esa necesaria proximidad y confianza que son fundamentales. La pandemia ha alejado físicamente a las personas y ha interrumpido relaciones muy próximas que ha habido que formular de manera distinta. Sin embargo, también ha abierto posibilidades con clientes para los que las distancias físicas han desaparecido.
Las incertidumbres económicas se han instalado en nuestra sociedad y con ellas la prudencia ha tenido que instalarse en nuestros estados contables y decisiones empresariales, lo que, sin ser negativo, ha obligado a optimizar procesos de gestión, de facturación, de cobro, de digitalización, pero también de dimensión y de crecimiento.
Y después de todo lo vivido, estamos asistiendo a un momento en el que algunas personas necesitan un cambio profundo y que las ha llevado a replantearse proyectos profesionales o personales. Ello ha acelerado algunas rotaciones que han comportado pérdida de talento y que son habituales después de todo proceso de crisis.
En definitiva, todos estos elementos han puesto sobre la mesa nuevos retos a los despachos a los que se ha debido dar respuesta, en tiempo récord, con agilidad, positividad, creatividad, sentido común y, por encima de todo, humanidad. Nadie dijo que fuera fácil, pero en el fondo si somos sinceros, hemos tenido que acelerar evoluciones en las organizaciones que, de todos modos, íbamos a tener que incorporar. ■