nº 984 - 28 de abril de 2022
Redes sociales: física y química
Paula Fernández-Ochoa. Consultora & Speaker en entornos de alta competición. Socia de MoreThanLaw+ y VivircorRiendo. Miembro de la Junta Directiva y Responsable del área Mujer y Nieve de la Real Federación Española de Deportes de Invierno
No hay sector que no esté afectado por la irrupción de las nuevas tecnologías y la abogacía no es ajena a esta transformación digital
Nuestra estrategia y contenido a compartir deben estar compuestos por atributos racionales y emocionales que se interrelacionan entre sí para dar coherencia y solidez a nuestra identidad
El debate de la supuesta burbuja social media, de si estar o no en redes sociales ha quedado obsoleto. La cuestión es cómo estar, con qué estrategia y plan de contenidos.
Las redes sociales, apps, blogs, webs y demás herramientas digitales son una realidad en el mundo empresarial que han supuesto una ruptura positiva en las barreras de entrada de información y comunicación. Han dado lugar a una mayor transparencia e interacción a todos los niveles. No hay sector que no esté afectado por la irrupción de las nuevas tecnologías y la abogacía no es ajena a esta transformación digital de nuestras vidas. Estamos en una constante conectividad y socialización que nos convierte en emisores de datos sin pausa.
Compramos por internet, escuchamos música, trabajamos, descargamos archivos, interactuamos en foros y redes, cumplimentamos formularios automáticos, etc., y toda esta información de actividad, gustos y conocimiento deja trazas y va formando nuestra identidad digital como una compleja amalgama hecha con nuestro contenido, la opinión de otros y nuestras interacciones. Fragmentos de nosotros que la tecnología es capaz de recomponer posicionándonos y proyectando al mundo quiénes somos. Y lo hace con una especial relevancia por la inmediatez, la difusión y la permanencia de los datos. De ahí que sea clave saber gestionar nuestra identidad digital con estrategia y como un acto de responsabilidad y de maximización de tiempo y sinergias, pues estos potentes canales han creado espacios en los que participar bajo una espiral de interacción y oportunidades sin precedentes.
El contenido es el rey
En este artículo no desarrollaré cómo diseñar la estrategia y el plan de contenidos, pero sí haré hincapié en algo crucial: en que en la gestión de identidad debe haber física y química. Y es que, como ocurre en el amor, la seducción y el cortejo también son imprescindibles en los negocios y el mundo profesional. No nos enamoramos solo de información racional o atributos objetivos de calidad, sino que, para ello, el cliente también necesita que haya química, conexión a través de la interacción y de las emociones. En esta línea, el marketing norteamericano siempre ha defendido que «Content Is King», es decir, que un potente contenido o información hará que tu impacto en redes sea mayor. Pero damos un paso más y añadimos que, si bien el contenido es el rey, la conversación es la reina ya que, en todo proceso de comunicación, la bidireccionalidad e interacción con emociones son claves para lograr un buen engagement de tu público y, por tanto, un mayor éxito.
La Red está borrando las fronteras entre el yo público y el yo personal. Hoy solo genera confianza la autenticidad. El ser 360º, sin compartimentos estancos entre lo personal y lo profesional. Todo lo que hacemos o dejamos de hacer, lo que publicamos o publican de nosotros, afecta a nuestra identidad con independencia de que lo etiquetemos como personal o profesional y transmite y nos define creando vínculos con nuestro target. También nuestra identidad es un mosaico de fragmentos analógicos y digitales que debemos gestionar como una única construcción compleja de la mejor versión de nosotros mismos, de lo que transmitimos y de cómo nos perciben. En esta composición está nuestra marca personal.
Y para los que somos fervientes defensores de la intimidad y conscientes del peligro de las redes, haré un gran matiz: esa química, esa parte de contenido personal no significa privado. Aquí sí debe trazarse una línea y fijarse límites infranqueables. Lo personal son situaciones, características, datos que nos definen y que hemos asumido y decidido compartir porque dan fuerza a nuestra identidad. Por ejemplo, un post con el logro conseguido de una maratón que refleja constancia, capacidad de sacrificio, fijación y consecución de retos y unos valores que pueden extrapolarse con beneficio al mundo de la empresa. Son datos personales que nos definen y reflejan la autenticidad de la persona por lo que, alineados a nuestra trayectoria profesional, la complementan y ayudarán a generar confianza y engagement con nuestro target. ¡Química! Pero, lo dicho, datos personales que no privados. Lo privado debe quedar en nuestra intimidad.
Por tanto, nuestra estrategia y contenido a compartir deben estar compuestos por atributos racionales y emocionales que se interrelacionan entre sí para dar coherencia y solidez a nuestra identidad. Debemos ser conscientes de que las marcas se están humanizando, se visten de personas para conectar y es ahí, en esa combinación auténtica de física y química, donde seremos únicos y podremos lograr nuestro objetivo: el enamoramiento, con el desarrollo de negocio y demás beneficios que este conlleva. ■