nº 986 - 30 de junio de 2022
De la ‘Gran Renuncia’ al ‘Gran Despertar’
Paula Fernández-Ochoa. Consultora & Speaker en entornos de alta competición. Socia de MoreThanLaw+ y VivircorRiendo. Miembro de la Junta Directiva y Responsable del área Mujer y Nieve de la Real Federación Española de Deportes de Invierno
La pandemia nos obligó a parar y nos permitió ser conscientes de ciertas circunstancias que antes, con la vorágine del día a día, no habíamos sopesado
Ocho de cada diez abogados españoles estarían dispuestos a renunciar a parte de su sueldo para conciliar su vida personal y laboral
¿Por qué tanto talento está renunciando voluntariamente a sus puestos de trabajo? Podemos hablar de la Gran Renuncia, la Gran Dimisión o la Gran Resignación, entre otros términos acuñados para este fenómeno, entendido como un abandono laboral masivo, que surgió en EE.UU cuando, tras la pandemia en 2021, comenzó a despegar la economía y millones de estadounidenses insatisfechos con sus trabajos renunciaron a ellos.
Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, actualmente una de cada cuatro personas ha dejado su empresa, unos 4,5 millones de dimisiones al mes. Y es una tendencia al alza que se está replicando en todo el mundo.
La pandemia ha marcado un antes y un después
La pandemia nos obligó a parar y nos permitió ser conscientes de ciertas circunstancias que antes, con la vorágine del día a día, no habíamos sopesado: bajos salarios, inflexibilidad laboral, infravaloración, imposibilidad de ascenso, horarios maratonianos incompatibles con la conciliación personal y familiar, o ritmos vertiginosos e incertidumbre que provocaron el agotamiento y graves problemas de salud mental.
La COVID-19 cambió las prioridades de las personas, permitió el replanteamiento de las carreras, los objetivos y propósitos vitales. Y tanto el generalizado agotamiento laboral extremo o síndrome de burnout como la libertad del teletrabajo, con todo lo que supuso, fueron el detonante de la búsqueda de nuevos empleos y, en definitiva, de nuevas formas de vida.
No nos deja otra lectura que la de reconocer que el sistema y las empresas no han sabido gestionar el equilibrio entre sus necesidades organizativas y las de sus equipos, entre el salario y el coste de vida de sus profesionales. En esta línea, hablar hoy de Recursos Humanos es hacer referencia a un término obsoleto. Y obedece también a esta imperiosa necesidad de satisfacer la plenitud de las personas y gestionar las nuevas circunstancias para que estas puedan alcanzar un alto rendimiento.
Hay que conectar el propósito de las personas con el de las organizaciones. Así también, la Responsabilidad social ha dejado de ser opcional para ser sumamente estratégico y los ODS se están implementando en el centro neurálgico de todas las organizaciones. La pandemia ha provocado un gran cambio que nos ha hecho valorar lo realmente importante y nos ha enseñado a vivir en la incertidumbre.
Con el trabajo ya no se busca solo ganar dinero sino, también, generar riqueza, ya no se quiere solo cumplir con las obligaciones, sino también aspirar a crecer personal y profesionalmente. Solo tienen cabida los líderes en detrimento de los jefes, los emprendedores e intraemprendedores en detrimento de los empleados. Y si en el trabajo no se encuentran esas aspiraciones, si hay desmotivación o desvinculación emocional de nuestras empresas, se da la huida.
Y, después de la Gran Renuncia, ¿qué? Expertos analistas hablan del Gran Despertar o Gran Reestructuración para referirse a un escenario en el que, por un lado, los trabajadores empoderados se reinventan y reciclan formándose para encontrar otras alternativas y modelos de trabajo que mejoren sus vidas y su felicidad y, por otro, las organizaciones y el Sistema se rediseñan y reestructuran para establecer un mercado laboral más equilibrado para todas las partes implicadas y para poder captar y fidelizar a su capital humano.
Un nuevo tiempo en el sector legal
El sector legal no es ajeno a esta transformación del sistema y nueva forma de productividad y de filosofía vital. Llevo años diciéndolo, el bucle agotador de muchas consultoras, despachos, bancos de inversión y otras empresas en las que se vive para trabajar, cual hámster en una rueda dando vueltas y vueltas, sin parar, pero sin destino, son una auténtica bomba de relojería que ha provocado y seguirá provocando muchas huidas. Ya en el 2019, en el entonces existente Instituto de la Salud Mental de la Abogacía, publicamos un estudio sobre la salud y el bienestar de la Abogacía Española, en el que se concluyó que ocho de cada diez abogados españoles estarían dispuestos a renunciar a parte de su sueldo para conciliar su vida personal y laboral. Era sencillamente una señal de todo lo que estamos viviendo y está por llegar.
El hecho de trabajar en prestigiosas firmas, con clientes y operaciones relevantes, con posibilidades de ascensos y salarios astronómicos ya no está compensando el duro peaje personal que conlleva. Y no solo por parte de los abogados jóvenes, que tienen claro que quieren calidad de vida y proyectos con los que sentirse realizados, sino también por parte de otra generación más adulta y en puestos de responsabilidad que están renunciando a cambio de un despertar. Una reciente noticia publicaba que un socio del Magic Circle, en España, abandonaba la Firma por decisión personal de dar un cambio de rumbo a su vida e iniciar nuevos retos, y se hacía eco dentro del marco de la Gran Renuncia. Las viejas normas ya no se sostienen. Solo con la gestión del talento y la productividad desde una cultura en la que impere el bienestar podrá haber perspectivas de futuro y de éxito. ■