nº 991 - 29 de diciembre de 2022
Reseña de la obra ‘Nada’, de Carmen Laforet (1945)
Marta Cadenas Sesma. Estudiante de 2º curso del grado en Derecho (Universidad de Deusto. Bilbao)
Nada es una obra que versa sobre las feroces y despiadadas consecuencias que dejó la guerra civil. Abocada a la hambruna, la pobreza y un futuro incierto, Carmen Laforet nos cuenta la historia de Andrea, una joven huérfana debido a la pérdida de sus padres durante el conflicto bélico, que se dirige a la casa de unos familiares en Barcelona para emprender sus estudios en la universidad.
Su ilusión y esperanza pronto son sustituidas por la dolorosa realidad a la que se tiene que enfrentar: la convivencia con familiares poco equilibrados, egoístas y rigurosamente estrictos. La perspectiva sociológica y de género se muestra claramente en el caso de varios personajes, como el de su tía Angustias, una mujer autoritaria y de creencias religiosas extremas, que traza muchos límites a nuestra protagonista. Juan, también su tío, y su pareja, Gloria, encarnan el machismo y su violencia tan presentes, sobre todo, en aquella sociedad. Laforet, con una inaudita técnica estilística, nos narra con sumo detalle, frialdad y determinación los golpes, los baños de agua fría y la sangre helada que recorre el cuerpo de Gloria cada vez que sale a la calle sin el permiso de su marido, cada vez que es ella quien acaba trayendo la comida o el dinero que ese día Juan no ha podido conseguir, o incluso cada vez que, simplemente, a Juan le apetece descargar toda su rabia e impotencia en su mujer.
Nada es un libro que a priori inspira desaliento y oscuridad para luego darte cuenta de que te hace caminar por un túnel, el de la posguerra. Por mucho que pueda resultar decepcionante para ciertos lectores la manera en la que se va Andrea de la calle Aribau, debido a las grandes preguntas que deja sin responder y al terrible rechazo que puede producir verla dejar tal desvarío sin resolver, presenciar que tal vez ese futuro no era tan incierto como parecía, produce no tanta oscuridad y desesperanza, sino un pequeño haz de luz. De ahí la luz al final del túnel. De ahí la esperanza después de la guerra, por una vida mejor.
Es aquí cuando podríamos enlazar esta idea de «una vida mejor», con el tiempo transcurrido desde la publicación de la novela y con nuestra propia labor como juristas. Hoy día vivimos en un Estado social de Derecho, cuyas leyes tratan de implementar una justicia social muy diferente de la que se nos muestra en la obra de Laforet. No se trata solo de hacer una correcta interpretación de las leyes, sino también de garantizar esa equidad y no alimentar la involución. Esta novela nos hace caer en la cuenta, en definitiva, acerca de la importancia de considerar la libertad y la igualdad como pilares básicos de nuestro sistema democrático. Una democracia por la que merece la pena luchar cada día. ■