nº 993 - 23 de febrero de 2023
¿Es viable un robot abogado?
José Ricardo Pardo Gato. Abogado. Doctor en Derecho. Académico de Número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Entre los nuevos retos a los que hacer frente desde la perspectiva legal se encuentra la robótica, tomando como ejemplo el robot Ross
La abogacía debe saber adaptarse a esta nueva realidad sin perder la esencia de la profesión y de sus valores éticos más tradicionales
La aprobación a principios del siglo XXI de la conocida como Ley de Internet puso en el disparadero la vieja polémica existente en la red: un pulso latente entre la libertad de información y el derecho a la intimidad. El temor a los delitos informáticos, el enorme potencial económico de esta malla mundial multimedia y, sobre todo, la diferencia abismal de conocimientos entre simples usuarios y expertos avezados, sitúa a estos últimos bajo permanente sospecha.
Hackers, crackers y phreackers son términos que nos vienen a la mente a la hora de poner en solfa la debilidad del sistema informático y el uso de las modernas tecnologías, y más aún aquellos individuos que sobrepasan la frontera de la legalidad y se adentran en el terreno de los conocidos como «delincuentes informáticos»: responsables de robos electrónicos, intercepción de compras online en beneficio propio o falsificación de tarjetas de crédito mediante la duplicidad de las bandas magnéticas, entre otros posibles actos ilícitos.
La aplicación en España tanto de esta ley como de la posterior legislación sobre firma electrónica, con la implantación del DNI digital y la fiabilidad en la identificación del navegante, supuso, sin duda, un punto de inflexión en el ámbito de la ciberseguridad en nuestro país, a lo que hay que añadir una tipificación punitiva específica en el Código Penal para los casos de piratería informática y otros delitos cometidos usando la red.
No obstante, toda esta legislación, aunque ha servido para paliar la ausencia hasta este momento de una normativa específica al respecto, no ha evitado sin embargo la proliferación de los riesgos informáticos.
El robot Ross
Entre los nuevos retos a los que hacer frente desde la perspectiva legal se encuentra la robótica, tomando como ejemplo el robot Ross, considerado el primer abogado artificialmente inteligente del mundo, desarrollado desde la Universidad de Toronto y sustentado bajo la plataforma Watson de IBM. Este robot, más que las funciones de un abogado «analógico» al uso, lleva a cabo un trabajo específico de un técnico jurídico o de asistente, de servicio paralegal, que de un letrado propiamente dicho.
A sabiendas de que el ordenamiento jurídico no deja de ser –o no debería dejar de ser– más que un reflejo de la constante y permanente evolución y transformación de la sociedad en que vivimos, la abogacía debe saber adaptarse a esta nueva realidad sin perder la esencia de la profesión y de sus valores éticos más tradicionales, como es el secreto profesional y la obligación de confidencialidad.
La robótica y la inteligencia artificial, el machine learning, los bitcoins y blockchain, chatbots o big data, junto a otras tecnologías (como las impresoras 3D, la computación, la realidad virtual y aumentada, los vehículos autónomos o la biotecnología), han ido cambiando nuestra percepción de entender el mundo. Por extensión, esta transformación ha de ir ligada indisolublemente al modo de comprender el Derecho y la forma de ejercer las profesiones jurídicas.
Hoy por hoy no cabe sostener que Ross pueda sustituir a un abogado. Para contratar los servicios letrados es imprescindible la confianza y eso no es algo que la inteligencia artificial pueda reemplazar fácilmente, a resultas de que ese valor es intrínseco a la calidad del servicio jurídico: sin confianza no puede establecerse la relación abogado-cliente. La ética profesional debe estar por encima de todo y un sistema robótico difícilmente pueda llegar a garantizarla.
Dicho lo anterior, la vertiginosa rapidez con la que el sector de las nuevas tecnologías está avanzando, no resultaría descabellado anticipar debates jurídicos que abrirán nuevos desafíos desde el punto de vista legal y que, consecuentemente, nos harán reconfigurar nuestra manera convencional de entender el Derecho. ■