- Los regímenes multilaterales se debilitan frente a los modelos tecnocráticos que priorizan la eficiencia sobre la deliberación política
Al confirmar la inamovilidad de las tarifas del gobierno de los Estados Unidos sobre el sector automotriz canadiense, la empresa Stellantis, productora del Jeep Compass, anunció una inversión de 13.000 millones de dólares para trasladar su planta de Brampton, Ontario, a Illinois. La ministra de Industria canadiense, Mélanie Joly, continuadora de la era Trudeau, amenazó con aplicar sanciones económicas a la empresa por violar su compromiso operativo en Canadá, afirmando que había sido subsidiada para instalarse. Stellantis recibió subsidios en otra planta ubicada en Windsor, Ontario, para producir autos eléctricos según información obtenida mediante una interpelación parlamentaria al gobierno federal.
La circulación industrial es una práctica común en ese sector: mientras las amenazas administrativas constituyen una contracara de subsidios mal otorgados, las tarifas impactan directamente en el intercambio de componentes y automóviles, costándole directamente a Stellantis, según lo informa su CEO, Antonio Filosa, unos 350 millones de dólares hasta el momento. Por esa razón, Jeep quiere volver a Estados Unidos, país al que llama oficialmente “casa”. Mientras que los políticos occidentales aplican sanciones ex post facto y sin conocimiento de ingeniería, contratan carísimos asesores independientes, una dedicada tecnocracia construye un imperio para exportar su modelo industrial.
La tecnocracia de los ingenieros
China aplica una estrategia de doble circulación desde hace más de cinco años para contener cualquier dependencia extranjera en propiedad intelectual. Impulsa la autosuficiencia y la expansión del mercado interno mediante el establecimiento de industrias de alta tecnología. Combina factores nacionales con inversión extranjera directa y defiende una filosofía post-humanista que explica cómo la tecnología, la IA y los instrumentos portátiles redefinen y descentralizan al ser humano. Reconoce derechos post-humanos y mantiene un orden social autocrático con inteligencia tecnológica, ampliando el círculo ético hacia un relacionamiento equilibrado entre humanos, animales, plantas y máquinas.
Asimismo, traduce el lenguaje técnico de las ideas definidas por la ingeniería a un nivel jurídico llano, para negarle relevancia al homo faber y morigerar la propiedad intelectual. China evita distinguir entre reglamentaciones técnicas y ordinarias, porque ambas son eficientemente entendidas por el ciudadano común que goza irrestrictamente del desarrollo tecnológico. Presume que los ingenieros regulan, innovan y crean para el interés general y valora su tecnocracia porque controla esa doble circulación. Elude cualquier debate político, despojándose de los enredos en la democracia occidental, porque autoriza la aplicación irrestricta de la tecnología al servicio del crecimiento social.
En China se gradúan 1,38 millones de ingenieros cada año, siete veces más que en Estados Unidos. Xi Jinping es un ingeniero químico graduado en la prestigiosa Universidad de Tsinghua, en la cual se formó el 22% de los miembros de su partido, quienes administran el STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics center) más importante del país. A fines de 2024, de los 75 miembros del politburó chino, el CCP, 63 eran posgraduados (35 con Phd), 5 graduados del exterior (4 en los Estados Unidos y 1 en Australia), 29 del total son ingenieros, contando 9 especialistas en la industria militar.
La tecnocracia de los ingenieros opera en el ámbito nacional para administrar las transferencias tecnológicas. Aprovecha con suma inteligencia la ineficiencia del sistema regulatorio de la OMC, mientras su mercado nacional se desarrolla a una velocidad increíble y se expande globalmente con firmes decisiones e inversiones calculadas por la tecnocracia de sus ingenieros.Hoy hasta los países más libres de occidente pregonan adoptar alguna versión tecnocrática para poder competir.
Desvios del multilateralismo en la propiedad intelectual
La aplicación de los TRIPS siempre generó controversias en el ámbito de la OMC. Mientras que la OMPI aplaude a Jayce Payackapan, artista-empresaria fundadora de Songatew Sync, una pyme que gerencia copyrights de músicos asiáticos, su director, Francis Curry, opina que el multilateralismo es la única vía hacia la movilidad global de la propiedad intelectual. Critica las reglamentaciones nacionales porque no acompañan la velocidad de los cambios tecnológicos.
Sin embargo, es el enfrentamiento entre el monopolio de las ideas o protección intelectual y el principio del libre comercio global que apuñala el corazón ideológico del multilateralismo. Ese choque jurídico del monopolio y la libertad paralizó a todas las organizaciones multilaterales. El fracaso del multilateralismo, viciado por la inexigibilidad de su frágil solución de disputas, subestimó a la tecnocracia de los ingenieros, prefiriendo el pesado debate político al desarrollo ordenado. No se trata, como opina Curry, de un desacompañamiento de la velocidad de la innovación, sino del desprecio occidental por un éxito geopolítico, económico y tecnocrático indudable. Los desvios del multilateralismo proliferan, debilitan la libertad de comercio mediante impuestos ocultos que corrigen subsidios mal otorgados, porque son precisamente las democracias las que no acompañan los cambios tecnológicos subsumiéndolas en un debate político caro e improductivo. Del choque mentado, no surge un real ganador, dejando fluir un debate reglamentario demagógico constante.
Demagogia de impuestos y subsidios a las transferencias de tecnología
En agosto, el Supremo Tribunal Federal de Brasil (STFB) sentó un precedente tributario acerca de la Contribución de Intervención en el Dominio Económico (CIDE) en el recurso extraordinario 928943 impetrado por Scania Latin America Ltda. La CIDE tecnológica, como se la conoce en Brasil, establece una contribución del 10% sobre el envío de recursos al exterior para financiar un programa de estímulo empresario-universitario para la innovación. Es un costo para hacer negocios en Brasil y no un impuesto a la renta.
A partir del fallo del STFB, la CIDE, que antes solo se aplicaba a contratos de tecnología y licencias de patentes o software, comenzó a incidir también sobre la contratación de servicios técnicos, administrativos, derechos de autor y royalties pagados a empresas extranjeras. Se convirtió en la “CIDE-remessas” aumentando el costo-país a muchísimas transferencias al exterior. Para empresas líderes como Netflix implicó un perjuicio de previsión contable de 619 millones de dólares y una caída de 10% del valor de sus acciones el mes pasado.
Inversamente, un mes después en setiembre, el gobierno lanzó el Redata, una medida promisoria que estimula la creación de data centers creando incentivos para inversiones extranjeras en la investigación y desarrollo de las cadenas productivas digitales. El Redata fue presentado a la administración Trump en la reunión bilateral en Malasia, pero OpenAI anunció su instalación en la Argentina de Milei.
¿Cómo gestionar este contexto contractual?
A partir del 5 de noviembre, la Corte Suprema de los Estados Unidos escucha argumentos acerca de la constitucionalidad de las tarifas arancelarias. Se inicia una construcción de fundamentos en contra del libre comercio internacional de mercaderías, para reducir un enorme déficit comercial que nunca pudo equilibrarse con los réditos de la propiedad intelectual. Tras el fallo Tiktok, la corte estudia una tecnocracia distinta, construida con aranceles comerciales.
Para 2026, sin lugar a dudas, la inteligencia de los contratos vinculados a la circulación industrial se definirá sectorialmente, alejándose probablemente de la propiedad intelectual para fortalecer el libre acceso a la tecnología. Por ejemplo:
- En el sector automotriz se han fijado cotas comerciales. En el acuerdo entre UK y Estados Unidos, los ingleses consiguieron colocar el 80% de sus autos (100.000) de los exportados en 2025. Canadá, en cambio, ha cuestionado la legalidad de las tarifas de su vecino, publicando una carísima publicidad financiada por Ontario, hoy cuestionada de engañosa por editar un viejo discurso de Ronald Reagan, para influenciar el análisis de la Corte Suprema. Esa publicidad terminó radicalmente con las negociaciones bilaterales. Japón y la UE inteligentemente lograron acuerdos tarifarios razonables al 15%.
- El sector farmacéutico invertirá más en EE.UU. porque depende del 43% de compras gubernamentales. Empresas como J&J y Roche comprometieron inversiones de casi 55.000 millones, Gilead 32.000, entre otros, con una gran expansión de las drogas GLP1 (antiobesidad).
- En el mercado de bienes de consumo, se diseñan contratos de distribución internacional implementando un modelo “just-in-time”, fundado en la elasticidad de cada producto para no comprometer stocks que se agotan con las tarifas.
- Los contratos de innovación y licencias alterarán el “revenue-sharing”, obligando a las partes a elegir entre acceso a los mercados y eficiencia operacional. Esa pérdida de flexibilidad afecta el gobierno del open-source y el general-purpose de la propiedad intelectual, favoreciendo la elección de la ley de Estados Unidos y la instalación de empresas de tecnología en ese país.
- Subsidios que esconden tributos son hoy moneda corriente para la captación de inversión extranjera directa. Habrá que descifrar si responden ideológicamente al concepto de soberanía digital, que lejos de incentivar, fuerza transferencias tecnológicas.
- En general, los plazos de ejecución contractuales son recortados a menos de cinco años, agregando cláusulas que atienden los posibles cambios reglamentarios en las transferencias de tecnología y que imponen un deber de adaptación inmediato, una flexibilización de la fuerza mayor ante disrupciones de distribución.
- Surgen cláusulas que administran la libertad de comunicación y la validez de los NDAs, ante nuevos contextos regulatorios, apoyadas en la interpretación pactada de conceptos y cambios tecnológicos.
- Cláusulas rescisorias y modificatorias por conveniencia pueden resolver disputas imposibles de resolver en un contexto litigioso ante cambios en el comercio internacional.
- Cláusulas de previsión de riesgo y de corrimiento de plazos serán usuales para corregir demoras en los proyectos, como por ejemplo la construcción de datacenters.
- La circulación industrial será flexible y continua, el establecimiento y la inversión extranjera directa serán conquistos temporariamente agregando transparencia en países en donde se otorguen subsidios.
La tecnocracia regulatoria de los ingenieros no permite fallas demagógicas y esa experiencia es la que busca hoy imponerse en el mundo occidental al momento de negociar la circulación e innovación industriales. Cabe asimilar un eficiente posthumanismo y sobreponerlo a la vieja política del welfare para realizar una ingeniería tecnológica que sacuda éticamente al monopolio de las ideas liberando la línea recta del desarrollo global.

