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25/11/2025. 11:50:18
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Retos e incertidumbres de la industria automovilística europea: vehículos autónomos y eléctricos

Socio de Litigación de Hogan Lovells en Madrid

Socio de Competencia de Hogan Lovells en Madrid

  • Jon Aurrekoetxea y Casto González-Páramo moderarán este martes la mesa La gestión de departamentos legales internos en un entorno multinacional y cuestiones específicas del sector de la automoción, en el III Congreso Aranzadi de Abogacía In House

La industria automovilística está experimentando una profunda transformación, impulsada por los incesantes avances tecnológicos y por una correlativa evolución de las preferencias de los consumidores. Dos de las tendencias más destacadas que están llamadas a configurar el futuro de la movilidad son la generalización del vehículo eléctrico (VE) y el desarrollo e implantación del vehículo autónomo (VA). Ambas tecnologías prometen revolucionar la manera en que viajamos, trabajamos e interactuamos con nuestro entorno, aunque el camino hacia su adopción masiva está plagado de desafíos y complicaciones.   

Aunque nadie duda de que VEs y VAs son el futuro, los fabricantes europeos se enfrentan a un contexto político y regulatorio muy cambiante, que genera una indudable incertidumbre tanto en el sector como en los propios consumidores, y que muestra que los poderes públicos no siempre parecen entender y priorizar la protección de un sector, como el del automóvil, que es estratégico en el (menguante) panorama industrial de la Unión Europea.  

A la lucha contra el cambio climático (ya imbuida en los planes de sector) se han unido otras consideraciones políticas y geoestratégicas, como la competencia entre bloques económicos (y la reaparición de pulsiones proteccionistas), la necesaria integración de tecnologías en permanente evolución (algunas tan disruptivas como la IA), la protección de las cada vez más complejas y frágiles cadenas de suministro (en particular en relación con la provisión segura de ciertos materiales escasos y estratégicos), todo ello asimismo afectado por la revisión a nivel europeo de las políticas industriales en general, y del automóvil en particular.   

Todo ello genera una incertidumbre que dificulta sobremanera los planes a medio y largo plazo de los fabricantes europeos. Aunque el objetivo último de éstos sigue siendo vender coches, para estar en disposición de seguir haciéndolo, el sector requiere más que nunca de mayor claridad y transparencia, para poder anticipar y enfrentar con la suficiente flexibilidad y eficiencia las nuevas tendencias normativas y geoestrategias. El ejercicio es, cada vez, más complejo y está sometido a mayores incertidumbres.  

Vehículo eléctrico 

Si bien las ventas globales de automóviles eléctricos siguen en aumento, el ritmo de crecimiento es inferior al esperado por los poderes públicos, que quizás era excesivamente optimista. Empieza a concretarse la posibilidad de que la demanda de VEs no alcance los ambiciosos objetivos de electrificación públicos y privados1.  

Al enfriamiento de las previsiones de ventas, se han unido ciertos vaivenes en el enfoque de las políticas públicas, principalmente en Estados Unidos – que amenazan con llegar también a la Unión Europea- tendentes a reconducir (modulando los objetivos) el ritmo y amplitud de los esfuerzos inversores en infraestructuras de electrificación.  

Si bien hay múltiples factores que influyen en la penetración de los VE, como el gusto de los consumidores, las que mayor impacto práctico tienen son las políticas gubernamentales, los incentivos de mercado y las dinámicas de las cadenas de suministro. Sería recomendable que el mensaje en relación con cada una de estas variables desde los poderes públicos fuera más estable, decidido y coordinado.   

Si los poderes públicos quieren realmente mantener sus ambiciosos (¿quizás excesivos?) objetivos de electrificación, será preciso que la Unión Europea redoble la apuesta inversora para ayudar en la transición a esta industria vital para el continente (especialmente en el actual clima de desindustrialización generalizada), pues de otra forma será difícil que se pueda afrontar con éxito el enorme desafío que representan los fabricantes chinos, sustentados por generosos subsidios estatales.  

Los (más bien tímidos) esquemas de ayudas actuales deberían extenderse y ampliarse para incentivar realmente la adquisición de VEs por los consumidores, que siguen siendo reacios a ello ante la incertidumbre tecnológica (¿hibrido, hibrido-enchufable, eléctrico?), los (aun largos) tiempos de carga de las baterías, la ansiedad por la (aun escasa) autonomía, los (aun) elevados precios de compra y la insuficiencia de infraestructuras de carga.  

La inseguridad en las cadenas de suministro de minerales y metales críticos esenciales para las tecnologías de VE, especialmente baterías, cada vez más influenciadas por una competencia geopolítica en aumento, en la que las empresas individualmente carecen de tamaño para influir, incide en el clima general de incertidumbre que enfrentan los fabricantes2.   

La respuesta (en forma de seguridad en dichas cadenas) a todos los anteriores desafíos debe, para ser efectiva, ser coordinada y liderada por la propia Unión Europea que, al igual que Estados Unidos, ha respondido imponiendo aranceles a las importaciones de VE chinos, justificándolos en los subsidios gubernamentales y los desequilibrios de mercado.  

China, que ha venido subvencionando el desarrollo y fabricación de VE, e incentiva su venta, ha creado un desequilibrio competitivo a nivel global. Esto, unido a su control sobre minerales críticos y componentes de baterías, genera inquietud en otras jurisdicciones respecto al futuro de sus sectores automotrices y liderazgo tecnológico.  

La reacción debe estar a la altura de los desafíos, y la Unión Europea debe no solo incrementar su apuesta económica por el VE sino probablemente afrontar una estabilización (y simplificación) del marco regulatorio, evitando cargar en exceso a unos fabricantes europeos con obligaciones de cumplimiento que están empezando a pesar en exceso en un marco generalizado de pérdida de competitividad frente a sus contrapartes chinas.  

La combinación de incertidumbre (tecnológica y legal) y las disrupciones en la cadena de suministro, tienen un efecto directo sobre los planes de inversión y la distribución geográfica de las instalaciones de fabricación dentro del sector de automoción.   

Vehículo Autónomo 

La tecnología que sostiene al vehículo autónomo (VA) avanza de manera notable, especialmente en robotaxis, camiones comerciales y otras aplicaciones de carácter comercial. Los fabricantes líderes se están enfocando en incrementar la escala de sus operaciones y reducir costes, con un énfasis creciente en el software, sensores y chips como componentes clave. No obstante, la adopción generalizada del VA sigue teniendo que salvar importantes obstáculos que ponen asimismo en duda el optimismo de algunos.    

La tecnología VA continua su avance impulsado por el deseo de mejorar la seguridad, la eficiencia y la comodidad en el transporte. Más allá de la movilidad, esta tecnología despierta interés por sus aplicaciones estratégicas en automatización, robótica e incluso operaciones militares. Los fabricantes tienen ésta en cuenta en el diseño de sus modelos (actuales y futuros) priorizando el desarrollo y posible integración de software especializado y hardware vanguardista. No obstante, el VA enfrenta grandes incertidumbres y problemas, muchos de los cuales comparte con el VE.  

La persecución del liderazgo en inteligencia artificial, la escasez de alguno de los componentes principales, como sensores y chips, y las crecientes tensiones comerciales globales, incluyendo la imposición de aranceles sobre automóviles y piezas de repuesto, están teniendo un impacto profundo en el desarrollo e introducción de los VA. China mantiene el control sobre muchos minerales y metales críticos esenciales para las tecnologías avanzadas de VA, lo que afecta la producción y el panorama innovador a nivel mundial.  

Pero de nuevo, las que están reduciendo el optimismo en cuanto a la introducción de esta tecnología en el corto plazo son quizá otras como el desarrollo de la necesaria infraestructura de telecomunicaciones y las incertidumbres regulatorias.  

A pesar de su potencial, la tecnología VA enfrenta un mosaico de regulaciones, limitaciones técnicas y cierto escepticismo por parte del público. La seguridad sigue siendo una preocupación primordial para el público y para los reguladores, mientras que los marcos reguladores necesarios para controlar estas innovaciones aún están en sus primeras etapas y deben adaptarse a medida que evoluciona la tecnología. Cumplir con la normativa es complejo y, a menudo, implica a múltiples organismos regulatorios, lo que añade complejidad al cumplimiento por las empresas del sector.   

A medida que la tecnología VA madura y obtiene mayor aceptación, su impacto en automoción y movilidad continuará creciendo. Si bien los avances tecnológicos son modestos, y se han venido principalmente circunscribiendo a entornos cerrados y controlados (en circuitos o ciudades muy particulares), hay un fuerte interés en su desarrollo. Existe en efecto un enorme mercado potencial para aquellas empresas capaces de equilibrar innovación con seguridad y cumplimiento normativo, por lo que es previsible que continue el avance a pesar de las dificultades referidas. No obstante, es de hecho esencial que se clarifique el marco regulatorio y se calmen las tensiones geopolíticas (estabilizándose las cadenas de suministro) para que no añadan incertidumbre a la introducción de esta prometedora revolución tecnológica.    

Conclusión   

La evolución de los VE y VA representa un momento clave para el futuro de la industria automovilística global. Si bien ambas tecnologías tienen un enorme potencial para redefinir la movilidad, su integración exitosa en la Unión Europea dependerá de que los fabricantes sean capaces de superar crecientes desafíos regulatorios, técnicos y de mercado.  

    Mientras las dinámicas geopolíticas continúan influyendo en la industria, los fabricantes deberán mantenerse ágiles y con visión de futuro, tejer áreas de colaboración para aprovechar las oportunidades y navegar las complejidades de esta nueva era del transporte.  

    No obstante, para que esa agilidad y visión de futuro resulten efectivas, cabe pedir a los poderes públicos mayor certidumbre tanto en los planes de inversión pública, que debe ser más ambiciosa, como en la creación de marcos regulatorios estables y previsibles que permitan a los fabricantes centrarse en sus objetivos: la fabricación y venta de vehículos.   


    1. No todos los fabricantes han sufrido por igual las decepcionantes ventas. China, bien posicionada, representó en 2024 más de la mitad de las ventas globales de VE, produjo el 70 % de los VE a nivel mundial y fue responsable del 40 % de las exportaciones globales de VE.
    2. Los vaivenes regulatorios generan incertidumbre, y las obligaciones impuestas a los fabricantes (muchas de ellas aprobadas sin un dialogo previo con el sector) incrementan los costes y los riesgos en toda la cadena de suministro.

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