- El jurista y académico Manuel Pizarro, la senadora Yolanda Ibarrola y el decano emérito del ICAB, Jesús Sánchez, han recibido la Medalla de Honor colegial por su contribución a la abogacía, la justicia y el mundo del derech
El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) ha rendido homenaje este jueves a más de 400 profesionales del Derecho con 25, 50 y 60 años de colegiación en un acto solemne celebrado en el Palacio de Cibeles con la participación del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. El acto, al que han acudido cerca de un millar personas, ha tenido como colofón la entrega de las Medallas de Honor del ICAM a tres figuras de referencia en el ámbito jurídico e institucional como Jesús Mª Sánchez, Yolanda Ibarrola y Manuel Pizarro.
El regidor de Madrid ha sido el encargado de inaugurar el acto con unas palabras de reconocimiento a los más de 400 profesionales homenajeados y a los cerca de 76.000 integrantes del Colegio de Madrid —el más importante de Europa en número— por contribuir con el ejercicio de su función «a la vertebración del Estado de derecho”.
El alcalde madrileño evocó los orígenes históricos del Colegio, fundado en 1596, cuando 93 letrados hicieron profesión de fe bajo tres principios fundamentales: «El servicio y la lealtad al cliente y a la justicia, la defensa de los pobres —mediante lo que entonces se denominaba el turno de rueda— y el socorro a los compañeros y sus familias”. Unos principios que “siguen enteramente vigentes, 429 años después, y que son la columna vertebral del ejercicio del Derecho y de la capacidad de servir a la sociedad desde la defensa de la justicia», afirmó.
El primer edil dedicó también unas palabras a los tres juristas distinguidos con la Medalla de Honor del ICAM. De Yolanda Ibarrola destacó su «ejecutoria extraordinariamente brillante» y su visión del Derecho como servicio público. De Jesús Sánchez, decano emérito del ICAB, subrayó su altura profesional y la estrecha relación entre las corporaciones de Madrid y Barcelona. Y de Manuel Pizarro, su contribución al Estado de derecho desde todos los ámbitos por los que ha transitado: «Podríamos decir que ha pasado por cualquier ocupación que se nos pase por la cabeza —es un hombre renacentista—, pero, sobre todo, podemos sentirnos orgullosos de su aportación a la democracia durante las últimas décadas», concluyó.
Jesús Sánchez: una vida colegial guiada por el ejemplo
La entrega de medallas de honor comenzó con el reconocimiento al decano emérito del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona, Jesús M. Sánchez García, un “referente humano y jurídico”, en palabras del decano del ICAM, Eugenio Ribón, encargado de la laudatio.

Con este reconocimiento, el Colegio madrileño ha querido destacar una trayectoria marcada por la integridad, la independencia, la vocación de servicio y la lealtad institucional. En ese sentido, Ribón recordó el papel esencial que Sánchez ha desempeñado en momentos delicados para la profesión, y puso en valor su defensa serena pero firme del Estado de derecho y de la unidad del sistema jurídico, especialmente durante su etapa como secretario del ICAB.
El homenajeado ha sido una figura clave en el impulso de iniciativas de formación jurídica y divulgación del conocimiento. Su papel en la creación de FAMILEX y en el desarrollo del proyecto I+Dret refleja el ejercicio de una abogacía comprometida con el saber compartido, la construcción de comunidad jurídica y el fortalecimiento de las instituciones desde la pedagogía.
«Nunca buscó protagonismo, pero siempre asumió el deber de servir», afirmó Ribón, quien también puso en valor la generosidad institucional de Sánchez, su firme compromiso con la cohesión colegial y su liderazgo basado en el ejemplo y en la renuncia consciente al poder cuando correspondía dar espacio a los demás.
Manuel Pizarro: la palabra como raíz del Derecho
La segunda Medalla de Honor de la tarde fue concedida a Manuel Pizarro, cuya trayectoria, que abarca la administración pública, la empresa, la política y la academia, ha mantenido siempre un mismo hilo conductor: la vocación de servir, el amor a la justicia y la fe inquebrantable en la palabra.

«Porque sin la palabra no hay Derecho, ni memoria, ni transmisión del saber. Sin la palabra no hay promesa, y sin promesa no hay concordia, ni pacto, ni justicia posible», destacó el secretario de la Junta de Gobierno del ICAM, José Ignacio Monedero, encargado de leer la laudatio.
Con esta distinción, la corporación madrileña reconoce una carrera guiada por la ética y por una idea del Derecho no limitada a la técnica, sino entendida como responsabilidad con el bien común. «En la Administración Pública encarnó el sentido del deber. En la política, el del diálogo y la altura de miras. En el mundo empresarial y financiero, demostró que la prudencia es la forma más sabia de audacia. Y en la Academia de Jurisprudencia y Legislación hizo de la ciencia del Derecho un altar», recordó Monedero.
De su amplia trayectoria profesional emana la certeza de que el Derecho, «cuando se ejerce con honestidad, se convierte en un acto de servicio al bien común», apuntó el secretario del ICAM.
Yolanda Ibarrola, una vida profesional al servicio de la Justicia
Por último, el Colegio madrileño hizo entrega de su Medalla de Honor a Yolanda Ibarrola de la Fuente, diputada autonómica en la Asamblea de Madrid, senadora y presidenta de la Comisión de Justicia de la Cámara Alta, en reconocimiento a una trayectoria que ha abarcado la abogacía, la gestión pública y la política institucional, siempre con un compromiso firme hacia el Estado de derecho.

La vicedecana del ICAM, Isabel Winkels, fue la encargada de pronunciar la laudatio, en la que destacó tanto el papel de Ibarrola en la vida colegial —fue colegiada ejerciente durante más de una década, con experiencia en Derecho civil y penal— como su contribución a la modernización de la justicia madrileña desde distintos cargos en la Comunidad de Madrid: viceconsejera, directora general y consejera de Justicia en distintas etapas.
En un contexto marcado por transformaciones legislativas y retos estructurales, el ICAM ha querido reconocer la capacidad de Ibarrola para impulsar políticas públicas que reforzaran la seguridad jurídica, garantizaran el acceso efectivo a la Justicia y dignificaran la función de los operadores jurídicos. Su paso por la Administración y su labor como legisladora han estado guiados por una comprensión profunda de las necesidades reales del sistema judicial y por una interlocución constante con la abogacía madrileña.
La distinción reconoce especialmente su capacidad para liderar reformas estructurales y fortalecer las instituciones públicas desde una visión jurídica profunda. También, su permanente vinculación con la abogacía madrileña y su defensa de los intereses de la profesión desde todos los ámbitos en los que ha ejercido. Para Winkels, Yolanda Ibarrola representa «un ejemplo de compromiso con la Justicia» en todas sus dimensiones, «como abogada, como gestora pública y como responsable política».
La abogacía y la teoría de los cristales rotos
Finalmente, el decano del ICAM intervino en la clausura del acto con una reflexión sobre el verdadero valor del compromiso profesional de la abogacía: «Lo que mantiene en pie a una comunidad no es solo la existencia de normas, sino la voluntad activa de protegerlas», señaló.
Inspirado en la teoría de los cristales rotos —según la cual una pequeña fractura no reparada puede desencadenar un deterioro progresivo del entorno—, Ribón recurrió a una imagen tan simbólica como elocuente para reivindicar el papel de la abogacía en la defensa del Estado de derecho. «Si hay un colectivo que, día tras día, evita que los cristales se rompan —o que, cuando lo hacen, se reparen a tiempo— es el de la abogacía», afirmó.
Ante un auditorio repleto, el decano subrayó el sentido profundo de la profesión, más allá del ejercicio técnico o la práctica procesal. «Habéis estado presentes en miles de historias, grandes y pequeñas. Habéis impedido que el desorden se normalice, que el Estado de derecho se resquebraje, que los derechos se disuelvan entre silencios», señaló, agradeciendo a los homenajeados su trayectoria callada y su vocación constante.
«Ser abogado no es solo ejercer un oficio: es asumir una responsabilidad pública», concluyó, al tiempo que trasladaba a los profesionales reconocidos el agradecimiento del Colegio: «Vuestra labor importa. Importa cada cliente atendido, cada derecho defendido, cada paso dado para evitar que un conflicto se convierta en una fractura social».

