Una vez Spotify ha hecho su wrapped nosotros repasamos los grandes hits y las notas disonantes que han marcado la fiscalidad internacional en este 2025 y nos adelantamos hacia dónde suena el futuro.
2025 consolida una paradoja, mientras la OCDE y la UE empujan la arquitectura de una imposición mínima global (el conocido pilar dos) y la reasignación de beneficios (siguen trabajando hacia el pilar uno), el giro político de Estados Unidos tensiona el consenso y reabre la discusión sobre la competencia fiscal. Para los grupos multinacionales, el año exige reforzar la gobernanza tributaria, la documentación de precios de transferencia y la evaluación de riesgo país, sin perder de vista las oportunidades de estabilidad que ofrece le marco europeo. En este sentido, cabe destacar que la UE tiene una ventana para erigirse en polo de seguridad jurídica si sostiene la coordinación y evita las respuestas unilaterales.
Track 1: El proyecto multilateral que sigue en las listas
El proyecto multilateral de la OCDE se resiste a naufragar. La agenda de este organismo internacional en fiscalidad internacional- desde BEPS a BEPS 2.0- sigue proporcionando un armazón técnico para combatir la erosión de bases y el traslado artificial de beneficios. El Pilar Uno busca reasignar parte del residual de beneficios de grandes grupos hacia los mercados donde se genera valor sin presencia física; el Pilar Dos fija un mínimo del 15% por jurisdicción para multinacionales de más de 750 millones de Euros de ingresos, a través de las Reglas GloBE y su ecosistema de cálculos, safe harbours y reportes homogéneos.
Aunque el retorno de Trump a la casa blanca ha debilitado el impulso político global, la arquitectura técnica se ha consolidado y la base documental (perfiles de precios de transferencia, guías y FAQs) se expande periódicamente, lo que permite a los contribuyentes preparar procesos y sistemas aún en escenarios de implementación asimétrica.
El riesgo real no es la desaparición del proyecto, sino su fragmentación: sin EEUU, la coordinación pierde su “masa crítica”, y crecen incentivos para medidas unilaterales (como por ejemplo los impuestos digitales) con potencial de doble imposición y litigios interesantes. Aun así, la UE ha positivado Pilar Dos mediante la directiva y marcos nacionales, sosteniendo el multilateralismo en su perímetro y elevando la transparencia y la calidad del dato tributario en cada región.
Track 2: El remix inesperado – EEUU rompe el compás
La invalidez de compromisos previos anunciada por la Casa Blanca en enero de 2025 coloca a las empresas en un tablero con reglas divergentes y expuestas a contramedidas. En la práctica, las multinacionales con presencia relevante en Estados Unidos deberán calibrar el impacto de GloBE en la UE y en terceros países al tiempo que anticipan controversias por la aplicación de top-up taxes cuando la matriz no replica el estándar mínimo en su jurisdicción de origen.
En Europa, la lectura predominante es de continuidad: preservar la directiva de Pilar Dos y explorar la reactivación o reconfiguración de impuestos digitales en clave de transición, mientras se espera una salida negociada para Pilar Uno. Se habla en el ámbito internacional de un cambio de paradigma, menos cooperación global y más competencia ordenada, no necesariamente una “guerra fiscal” pero sí un terreno más volátil en incentivos y sustancia y litigiosidad.
Track 3: Precios de transferencia – el beat técnico
Durante 2025 se ha profundizado en la triple exigencia de precios de transferencia: alinear los beneficios con funciones y riesgos reales, estandarizar las actividades rutinarias de distribución bajo el “Importe B” (con alivios de cumplimiento pero criterios cualitativos que exigen un pre-assessment riguroso); y cumplir plazos más agresivos y reporting más granular en ciertas jurisdicciones (Alemania recortó tiempos, la OCDE sigue actualizar perfiles por país). La reciente jurisprudencia -Apple vs Comisión Europea- recalca que propiedad legal sin control operativo no basta para sustentar la asignación de beneficios, la sustancia manda. Operativamente, esto implica robustecer los master file y los local file, hacer un mapeo de funciones activos y riesgos y una evidencia de personas y funciones para evitar ajustes y sanciones en inspecciones cada vez más dirigidas por el dato.
Track 4: IA y fiscalidad – el nuevo género
La relación Administración-contribuyente está cambiando. La evolución y aplicación de la inteligencia artificial por parte de la administración, así como una analítica avanzada de los datos da lugar a mejores capacidades de selección de casos, cruces de información automática y exigencias cada vez mayores en la calidad del dato. En paralelo, crece la cooperación administrativa internacional contra flujos financieros ilícitos, lo que eleva el riesgo de detección de estructuras opacas y la necesidad de programas de integridad fiscal que transcienden el mero cumplimiento técnico.
¿Qué suena para 2026?
Para concluir, cabe decir que en primer lugar la imposición mínima global no ha muerto, ni está de parranda, simplemente está mutando hacia una implementación regional más robusta dentro de la Unión Europea por ejemplo, pero con fisuras dentro de su consenso global. La clave para las multinacionales va a ser la resiliencia operativa, internalizar GloBE, profesionalizar la sustancia y blindar los precios de transferencia. Para la Unión Europea la clave va a ser mantener la coherencia y la coordinación para que Europa se mantenga como un puerto seguro dentro de un mar de competencia fiscal. En 2025 triunfarán aquellos que combinen estrategia técnica, diplomacia, con una hoja de ruta clara y métricas de riesgo bien gobernadas.
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