Pocos sectores de actividad hay más tradicionales y más reacios al cambio que el sector jurídico, pero incluso aquí ha llegado la famosa “transformación digital”, impuesta por los propios clientes, que demandan y manejan tecnología en su día a día y por la propia modernización de la sociedad, que ha puesto de manifiesto que el modelo tradicional se había quedado obsoleto.
Por eso, cuando dentro de Thomson Reuters Aranzadi tuve la oportunidad de contribuir a la innovación digital de los despachos de abogados y servicios de asesoría jurídica, no me lo pensé: decidí predicar con el ejemplo, saliendo de mi zona de confort tras muchos años trabajando como editora jurídica (siempre dedicada al contenido y a la información), para comenzar a trabajar como consultora e implantadora de Legal Tech, ocupándome a partir de entonces de la proyección, utilización y gestión de esa información mediante herramientas tecnológicas.
La transformación digital no puede circunscribirse exclusivamente a los medios tecnológicos, sino que tiene que ir de la mano de un cambio cultural, de una transformación de las personas. Acompañar a los profesionales del derecho en este cambio implica contar con grandes dosis de paciencia, creatividad y empatía, entre otras cualidades, y es ahí donde creo que las mujeres tenemos mucho que decir gracias a nuestras soft skills, nuestra capacidad de gestión, de escucha activa, o nuestras habilidades comunicativas que históricamente hemos dedicado al ámbito familiar; pongámoslas ahora al servicio de la transformación digital.
Cuando leo informes o estudios como el Informe GEM (Global Enterpreneurship Monitor) 2020/21 para España, me da mucha pena ver que entre las dificultades que las emprendedoras digitales identifican a la hora de abordar un proyecto están la menor percepción sobre sus propios conocimientos respecto a compañeros masculinos y el mayor miedo al fracaso, y digo que me da pena porque son creencias que no se acercan para nada a la realidad: de mi experiencia con diversos clientes de Thomson Reuters Aranzadi debo decir que la mayoría de los proyectos de digitalización de despachos en los que he participado han sido liderados por mujeres, y además, de forma óptima.
Por eso creo que campañas como esta son un excelente mecanismo para dar visibilidad a la trayectoria y experiencias profesionales y vitales de mujeres que nos sirvan como ejemplos, como modelos de inspiración, que nos ayuden a quitarnos de encima ese estigma de inferioridad, esa sensación de que “la tecnología no es lo nuestro”.
Quiero aprovechar estas líneas para reconocer la labor de mis compañeros y compañeras (especialmente la de ellas, dado el foro en el que nos encontramos), que están haciendo un estupendo trabajo facilitando, implementando y promoviendo la innovación tecnológica en el sector jurídico, tanto en el ámbito privado como en el público, para que nadie se quede atrás. Tampoco las mujeres.
