Siempre he creído firmemente, mucho antes de ser abogada, mucho antes de estudiar la carrera de Derecho, que todo el mundo es igual. Leer que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, en el artículo 14 de ese librito de la Constitución que nos repartieron de tapas color crema, nada más aprobarse allá por el año 78 del siglo pasado, convirtió en real mi idea abstracta de la igualdad.
Cuando terminé la carrera, me colegié en el ICAV y empecé mi ejercicio
profesional allá por mediados de los 80. Supe desde el principio que esto me iba
a gustar; y en cuanto las normas me lo permitieron pasé a formar parte del Turno
de Oficio, y entonces ese ideal de igualdad se hizo aún más real y más concreto:
”todo el mundo tiene derecho a la mejor defensa con independencia de sus
recursos”; todo un lema.
Si se cree firmemente en eso, el ejercicio en el Turno de Oficio te atrapa para
siempre, se convierte en una especie de sana adicción. Y ya por entonces fuimos muchas mujeres las que compaginamos nuestro despacho profesional, con nuestros asuntos particulares con ese mismo ejercicio en el Turno de Oficio; y ahí seguimos. Y naturalmente, la mayoría, compaginándolo con familia e hijos. Muchas renuncias en ese camino.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces en el funcionamiento del
Turno de Oficio, ya que para empezar no había móviles y nos pasábamos horas
en el departamento del Turno esperando la llamada de la comisaría, puesto de
la guardia civil o juzgado que necesitara que acudiéramos. Pero tenía sus ventajas, allí compartimos horas con nuestros embarazos, con nuestras lactancias, creando vínculos que a día de hoy siguen intactos.
En esa lucha por la defensa en igualdad, también debíamos afirmarnos como mujeres, luchar por nuestra propia igualdad, por el respeto como profesionales; la ventaja es que ya por entonces empezábamos a ser muchas y la tarea se hizo más fácil.
Hoy, las mujeres que seguimos en el Turno de Oficio, después de tantos años, y las mujeres que año tras año se han ido incorporando, ponemos nuestro empeño en que cada día todas y todos seamos más iguales, sin discriminación por razón de sexo, o carencia de recursos para litigar.
Desgraciadamente, a veces todavía hoy, las abogadas tenemos que soportar algún reducto del machismo, por parte de algún o alguna justiciable (también hay mujeres que discriminan a su mismo género) , que no quiere una “abogada” para la defensa de sus intereses, o que pierde el respeto a alguna compañera por el hecho de ser mujer. Ellos o ellas se lo pierden.
Pero es gratificante pensar que alguna mujer, haya tomado decisiones que han mejorado su vida, precisamente por haber sido asistida por una abogada.
Hoy también más que nunca nuestro Colegio apuesta con firmeza por un Turno de Oficio de calidad, con constantes acciones formativas, con la creación de turnos especializados en defensa de los intereses de los colectivos vulnerables: mujeres víctimas de violencia de género en su sentido más amplio, menores víctimas de violencia, trata de seres humanos,…en definitiva de colectivos vulnerables o de personas en especial situación de vulnerabilidad. Formación, especialización, igualdad….Turno de Oficio
