Cuando me propusieron escribir un artículo en conmemoración del 8M, me asaltaron inmediatamente dos sentimientos encontrados. Por un lado, obviamente, de felicidad al tener la posibilidad de escribir, aun cuando sean unas pocas líneas, en representación de todas y cada una de mis compañeras abogadas y de aquellas que lo serán en un futuro y, por otro lado, la indecisión y/o la duda respecto de qué versaría el artículo.
Ríos de tinta se han escrito respecto de la posición de la mujer trabajadora en todos los sectores laborales, pero me voy a centrar en el ámbito del Derecho que es la profesión a la que me dedico desde hace más de 26 años y en la experiencia que como mujer, abogada y madre he tenido.
Ni que decir tiene que me apasiona mi profesión; creo que la pasión por aquello que haces, con independencia de qué se trate, es la base de la vida; pero también me apasionan mis hijos y mi familia; por ello, intento compaginar la vida profesional y la vida personal de la mejor manera que puedo y sé; aun cuando ello no siempre resulta fácil.
Cuando tuve mi primera toma de contacto profesional en el mundo del Derecho, lo hice como becaria en una de las conocidas como Big Four, en la que no me percaté ni reparé ni en aquel momento le di mayor importancia al hecho de que no hubiera ninguna mujer que ostentara el cargo de socia; supongo que por mi juventud, inexperiencia o por costumbre de que los hombres ocuparan los cargos más elevados, lo aceptaba sin más.
No obstante, cuando unos años más tarde, nombraron a una mujer como socia, fue como un revulsivo para mí, me sentí orgullosa de su nombramiento y no solo eso, sino que la tomé como un modelo a seguir; dado que si ella había llegado hasta allí ¿qué impedía que otras muchas mujeres también lo consiguieran?
Mucho ha llovido desde aquel momento, que supuso un antes y un después para mí y aun cuando finalmente conseguí mi meta profesional (ser socia de un despacho de abogados como Pedrosa Lagos), he de decir que el camino para alcanzarlo no fue fácil, aun contando con el apoyo incondicional de muchos hombres.
Por ello, y si bien es cierto que hoy en día existen más mujeres en altos cargos y socias de despachos, también lo es que seguimos siendo minoría y que nos queda mucho trabajo por delante y muchos cambios que son necesarios implementar para que, por ejemplo, el hecho de que una mujer decida ser madre no sea un impedimento para alcanzar también su meta profesional.
Creo que es muy importante que nuestras hijas y también nuestros hijos vean que sus madres ocupan cargos de responsabilidad para que el modelo a seguir sea el de una mujer.
Me siento orgullosa de ser mujer.
