La Dirección General de Ordenación de la Seguridad Social en 2008 contabilizó 6.774 enfermedades profesionales sin baja. En los ocho primeros meses de 2009, ya ascienden a 4.750.
Uno de los dramas de este período no es sólo el despido en sí, sino la reducción práctica de las plantillas de empresas de gran tamaño. Por ello, la Seguridad Social, en un Decreto aprobado el pasado viernes, opta por primar la reubicación de los asalariados de una empresa que tengan una enfermedad laboral que, sin embargo, no les impida desarrollar una labor en la misma empresa, en otro puesto. Es un modo de no lanzar a las personas a un mercado, el de trabajo, con escasa demanda.
Ayer hablábamos de una disposición en materia de Seguridad Social que atendería a la mayor comunicabilidad entre entidades gestoras de la Seguridad Social, cara, entre otras cosas, a controlar la sangría que para las cuentas del Estado significan las bajas fingidas.
Pero, además, el mismo texto normativo se ocupa de algo que mira a sanear el mercado de trabajo, dada las reducciones de plantilla que se están dando en estos tiempos.
Visto ello, la Seguridad Social desarrolla en el Real Decreto –no publicado– el procedimiento de reducción de las aportaciones empresariales a la Seguridad Social por trabajadores afectados por enfermedades profesionales en un grado que no dé origen a prestación económica (enfermedad profesional sin baja), que sean destinados en la misma empresa a puestos de trabajo alternativos y compatibles con su estado de salud, o desempeñen en otra distinta un trabajo compatible con su estado, con el objetivo de interrumpir la evolución desfavorable de su enfermedad.
Esta medida tiene un objetivo preventivo para evitar la expulsión del mercado de trabajo de estas personas y evitar el desarrollo total de la enfermedad.
