Estimados lectores, mientras me dispongo a escribir estas líneas, se debate en los bancales de mi querida huerta murciana, si la potestad recaudatoria como parte del núcleo duro de la soberanía de los estados puede ser cedida a un ente supranacional sin transgredir el artículo 133 de la constitución española, a saber:
“La potestad originaria para establecer los tributos corresponde exclusivamente al Estado, mediante ley.”
En palabras de Fulgencio Puche, horticultor y jugador de bolos murcianos en su tiempo libre “Traspasar la capacidad de exacción de recursos de la sociedad a un ente distinto del estado, siendo las cortes españolas las depositarias de la soberanía nacional, supone un “totum revolutum” respecto de los esquemas clásicos de correlación entre la imposición del levantamiento de las cargas públicas y la legitimidad democrática de quien los impone, principio insoslayable desde el Boston Tea Party. Pos anda que no lo tenían claro los Sons of Liberty”
Los lectores de este blog, que, me consta, son gente avezada en las lides del derecho me dirán: “Antonio, también hay legitimación democrática de las instituciones europeas”. Y así es, legitimación democrática mediata o indirecta, pero indirecta, indirecta, sobre todo en lo tocante al aspecto fiscal. El proceso legislativo especial, por el que se rige la aprobación de normas en materia fiscal en el marco de la UE, relega al parlamento a una mera función consultiva, partiendo el bacalao la Comisión y el Consejo, ¡fíjese usted! Algo de razón tenían los del UKIP cuando cuestionaban la legitimidad democrática de estos órganos. Muy alejados de la urna.
¿Y por qué este alboroto? ¿Qué perturba la paz que debe reinar entre acequias, tablachos, azarbes, lindes y caballones?
El otro día apareció el comisario europeo de mercado interior Thierry Breton realizando unas sorprendentes declaraciones en las que señalaba que el repago de los coronabonos saldría del presupuesto europeo y que por tanto habría que crear nuevas figuras de “recursos propios de la UE” (impuestos), como por ejemplo el impuesto GAFA (tasa Google), un impuesto transfronterizo a las emisiones de carbono y lo más sorprendente, un impuesto a las multinacionales que se beneficien de la existencia del mercado único.
Es este un paso no menor, en el camino a la construcción de un estado supranacional europeo. Y es que hay pocas cosas que definan mejor lo que es un estado que la capacidad de ejercer la potestad recaudatoria.
Actualmente (una vez enterrado el impuesto sobre el azúcar) se basan principalmente en los derechos aduaneros (aranceles principalmente) y un porcentaje del IVA recaudado por los estados. Aproximadamente el presupuesto europeo alcanzó en 2019 los 153 mil millones de euros. Nada disparatado comparado con los 472 mil millones del presupuesto español del último año.
Personalmente no me desagrada la idea de ir cediendo capacidad de gestión presupuestaria a la unión, siempre he creído que la centralización genera buenas economías de escala y que uno de los pozos por los que se van los dineros del contribuyente español son la multiplicidad de administraciones y las duplicidades.
No obstante, me fio poco de los globos sonda de la unión. Hace años que esperamos que se arranquen la BICIS y la BICCIS (Base imponible común del Impuesto de Sociedades y la Base imponible consolidada común del impuesto de sociedades) pero parece que le falta la biela todavía, o la biela y el pedalier, o la biela, el pedalier, el manillar el cuadro y las ruedas.
Seguro que los padres de la UE se maravillarían del nivel de integración que podría ser alcanzado en la próxima década. Al tiempo señores. Si la creación de las comunidades europeas surgió para defender los intereses de los europeos frente a dos nuevas potencias emergentes (USA y la URSS), la emergencia de China (y las que vienen detrás) debe darnos el impulso definitivo hacia los Estados Unidos de Europa, el coronabonos serán la excusa perfecta para poner las bases de ese estado, que, como no puede ser de otra manera, comienza por dotar de recursos al embrión.
Pero vayamos paso a paso. Primero tiene que salir adelante lo que propone el amigo Henry. Como decimos en Murcia: Olivica comía, huesecico al suelo.
