SJP núm. 1 Santa Cruz de Tenerife, de 25 mayo 2019 (JUR 2019, 176546)
El acusado era poseedor de una perra de la raza pitbull, a la que guardaba junto con otros perros de la misma raza en un inmueble abandonado, “sabiendo que los perros podrían atacarse y provocarse un sufrimiento inaceptable” y “sin hacer nada por evitarlo”.
El 30 de octubre de 2012, la perra "fue objeto de lesiones y gravemente herida en el cuello, cabeza, dorso, patas y otras partes del cuerpo", con lesiones compatibles "con mordeduras de otros perros". Con "ánimo de darle muerte", el acusado "introdujo a la perra en una maleta azul a modo de trolley pequeño, que cerró con cremallera, sin que la perra pudiera moverse ni respirar, y la llevó, tal y como presenció un vecino desde su balcón, a un contenedor de basura, cerrando el container y marcándose del lugar".
La perra fue rescatada media hora después de su abandono. Una vecina escuchó sus gemidos y avisó a la Policía, a Protección Civil y a un albergue de animales.
La juez condena al acusado a un año de cárcel por maltrato animal y accede a la petición de la representante del Ministerio Fiscal en el proceso y, a pesar de la escasa duración de la condena, deniega al condenado su remisión condicional. Si deviene firme el fallo, el autor del maltrato ingresará en prisión.
Además de la condena penal, el acusado debe pagar a la protectora de animales que acogió a la perra por los gastos dispensados de su asistencia desde que llegó al albergue hasta su completa sanación, y tiene prohibido tener animales domésticos durante tres años.
La Sentencia es susceptible de recurso ante la Audiencia Provincial.
