Las cosas están cambiando para las mujeres sin duda, especialmente, en los últimos años. Pero, todavía queda camino por recorrer. Recuerdo que, en uno de los destinos que ocupé al principio de mi carrera, el puesto era el de “Secretario de la Junta Consultiva”, y cuando tenía que llamar a alguien y me presentaba como “Secretaria de la Junta”, siempre me decían: “Vale, bonita, pero ponme con tu jefe”.
Afortunadamente estas situaciones ya no se producen. Al menos, ahora tenemos el beneficio de la duda y, en general, se prefiere ser prudente y no entrar en valoraciones de género. Por supuesto, una (enorme) parte de este cambio se debe al trabajo de las mujeres, pero también debemos mucho a las familias, la sociedad, las empresas y las instituciones. Cada vez se van adoptando más medidas a nivel institucional, que necesariamente, terminan por llegar al ámbito empresarial. Empiezan a ser muchas y, desde luego, han ido incrementándose desde la pandemia del Covid-19 y cada vez más, el sector empresarial está más convencido de su éxito, éxito, por otra parte, compartido, ya que favorecer la carrera de los trabajadores de la empresa, sin limitación de género, va también a favorecer el desarrollo y crecimiento de la misma empresa. Podemos y debemos así hablar de talento, sin distinción de género.
En mi caso, comencé en la Abogacía del Estado. Acceder a este Cuerpo de funcionarios de élite ya supuso un gran esfuerzo de tenacidad y de disciplina, que me sirvió para desempeñar puestos el sector público, primero y en el ámbito privado, posteriormente.
En la actualidad, soy la Directora Jurídica de Solaria. Tengo que confesar que cuando me propusieron dirigir los aspectos legales de una multinacional que ha llegado hasta el Ibex sentí vértigo, sin embargo, decidí aceptar el desafío y seguir adelante. Hoy puedo decir que la ilusión, el equipo y el trabajo de cada día están haciendo el resto.
Esto es precisamente lo que hay que transmitir a las nuevas generaciones. No hay que tener miedo de asumir puestos de responsabilidad, ni ver limitaciones en el desarrollo profesional, más allá de la propia voluntad. Podemos poner el foco en la energía, la exigencia, el esfuerzo o la creatividad, pero siempre con la mira puesta en un futuro profesional sin restricciones por género, en el que las decisiones en la empresa se tomen por igual entre hombres y mujeres y en el que las tareas de la casa y el cuidado de los hijos y de los abuelos se reparta también por igual.
Ya se están tomando medidas desde la Administración y desde las empresas, pero todas ellas no servirían de nada sin la concienciación de toda la sociedad. El apoyo familiar es fundamental para el desarrollo de la carrera de una mujer o de un hombre, sin eso, sin ese respaldo en la casa no habría posibilidad ni de trabajo, ni de carrera.
Desde mi punto de vista, hay que comenzar por la educación en igualdad desde la familia y desde el colegio, para que, desde la infancia, podamos ir transmitiendo valores que nos permitan tener adultos corresponsables en todos los ámbitos y que dedicarse a la familia o al trabajo no sea un estereotipo de género, sino una cuestión de elección personal y de equilibrio entre ambos.
Por eso, nos corresponde ahora animar a los más jóvenes para que sea así, con el objetivo de seguir adoptando medidas para una conciliación real en la que todos podamos participar.
Intervendré el 20 de junio en el II Encuentro Aranzadi Mujeres por Derecho: el futuro empieza hoy. En la Mesa de debate Las claves de un plan de desarrollo de carrera exitoso. Moderada por Paula Fernández-Ochoa, Socia de MoreThanLaw+ y VivircorRiendo, participaré junto a Concepción Pérez, Legal Manager IKEA, Ana Medina, Directora de los servicios jurídicos de Correos y Esteban Ceca, Socio director de CECA MAGÁN Abogados.
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