Aún estando de cuerpo presente, los comentarios que han sucedido a la muerte del magistrado del Tribunal Constitucional Roberto García-Calvo se han basado fundamentalmente en las quimeras acerca de las mayorías del Alto Tribunal de cara al debate por la constitucionalidad del Estatuto de Cataluña.
Esta falta de respeto del luto ha sido vista con profunda tristeza tanto en su familia como en los ámbitos de la Judicatura más próximos al fenecido, quienes que no han tenido que escuchar los medios de comunicación para percatarse de ello, ya que los comentarios estratégicos se oyeron hasta en los pésames.
La muerte de García-Calvo despertó en un primer momento las declaraciones de buenas intenciones entre ambos partidos, pero los desacuerdos no se han hecho esperar: ayer por la tarde el PP manifestaba su deseo por cubrir de manera urgente la vacante (miembro conservador fallecido, miembro conservador repuesto), mientras que el PSOE apuesta por una renovación "en bloque" que permita designar también a los cuatro miembros de este órgano que debe nombrar el Senado.
Sea como fuere, para que el puesto de García-Calvo se ocupe sería necesario que, transcurridos los días de luto, la presidenta Casas se dirigiera oficialmente al presidente a José Bono como Presidente del Congreso para que la Cámara Baja designe al jurista más adecuado por consenso de los dos grandes partidos políticos, PSOE y PP; una decisión que se vislumbra complicada dado que organismos como el CGPJ y el propio Tribunal Constitucional llevan en funciones más de un año por las diferencias entre ambos.