La intervención de las conversaciones cifradas se legitima con la posibilidad de detener a criminales
WhatsApp es una red social de mensajería con más de dos mil millones de usuarios en todo el mundo. Casi todos usamos WhatsApp o al menos sabemos de qué se trata, y, también conocemos que desde hace unos años (desde 2014) forma parte de las compañías adquiridas por Facebook. Este tipo de servicios (redes sociales) forman parte hasta tal punto de nuestras vidas, que el acceso a la información y a los datos personales les sería muy sencillo a las empresas titulares si no fuera por la regulación. De hecho, y a pesar de la regulación, ya recaban una cantidad ingente de información de sus usuarios, y algunos, no sin razones, podrían pensar que, de estar dotadas de más poder, controlarían nuestras vidas. Sin embargo, una cosa que sí asegura WhatsApp es el cifrado de mensajes, y al parecer, se está discutiendo a nivel europeo la intervención de estos mensajes cifrados con la supuesta legitimación de hacer frente a posibles ataques terroristas o futuros crímenes.
Varios medios de comunicación han hecho eco de una filtración acerca de una resolución no tramitada aún por la Unión Europea en la que se plantea la posibilidad de intervenir los mensajes de los usuarios de WhatsApp, Telegram, Signal u otras similares para así poder acceder a las conversaciones de posibles terroristas o criminales y detectar futuros ataques. Al parecer, según se ha dicho en varios medios, el Consejo de Ministros de la Unión Europea había realizado un borrador denominado ‘Seguridad mediante cifrado y seguridad a pesar del cifrado’, borrador, que se ha filtrado por la prensa austríaca. Éste presenta una futura o posible resolución del Consejo acerca del cifrado.
El proyecto de resolución no se opone al cifrado, ya que lo define como necesario para asegurar los derechos fundamentales de las personas, la seguridad de la industria, los gobiernos y la sociedad. No obstante, abre camino a una futura intervención por las autoridades ‘competentes’ para asegurar la justicia. En su apartado ‘cambios para hacer efectiva la seguridad’, afirman que la era digital también presenta riesgos debido al incremento del crimen, ya que los criminales pueden utilizar el cifrado para proceder a ejecutar el delito de que se trate. En el borrador se habla sobre la necesidad de detener a estos criminales y sobre la incapacidad para detectar posibles crímenes, de la que nace la necesidad de acceder a los mensajes encriptados.
Se hace hincapié en los beneficios de la encriptación, que se dice se preservarán, pero se enfatiza la necesidad interventora en las conversaciones cifradas para detener el crimen. De igual manera, se asegura que la intervención debe cumplir con los principios de legalidad, transparencia, necesidad y proporcionalidad.
El cifrado de mensajes de WhatsApp desde 2016 es de extremo a extremo (E2E). Este cifrado garantiza que solo las personas que interactúan entre sí puedan conocer los mensajes y archivos que se intercambian. Es decir, sólo las partes de la conversación tienen la ‘llave’ que abre el ‘candado’ de los mensajes y únicamente ellas pueden acceder a dicho contenido. Ni siquiera la propia compañía tiene la posibilidad de acceder a dichas conversaciones ya que el cifrado ocurre en el dispositivo de las partes y, antes de que un mensaje ‘salga’ de un dispositivo, se asegura con un candado criptográfico del que sólo dispone la clave el destinatario. Además, las claves varían con cada mensaje, asegurando un nivel mayor de protección a las conversaciones. Telegram también funciona de manera similar, por lo que los mensajes que se originan entre usuarios no son accesibles para nadie, ni siquiera por la policía, que es lo que parece preocupar a la Unión.
Resulta controvertida la posible resolución filtrada en comparación con el Reglamento General de Protección de Datos, aprobado por la misma institución. Incluso en su propio argumentario, sostiene situaciones contradictorias: preservar el cifrado pero intervenir los mensajes por autoridades ‘competentes’. Quizá la incongruencia más notable es que, de conocerse la posible intervención de conversaciones en estas redes sociales, los criminales optarían por otro tipo de sistemas de comunicación, como a través de tecnologías Blockchain. Quién sabe qué pasará con el borrador, si acabará como resolución o si carecerá de efecto alguno.
