Seguro que recordáis el anuncio de un conocido juego de mesa en el que el dueño amenazaba al resto de entusiasmados jugadores con llevarse el tablero y, con ello, la diversión si no se aceptaba al pulpo como animal de compañía… ¿Injusto a la par que desagradable, verdad? En mi opinión completamente.
Siguiendo con el paralelismo, podemos sostener que la vida en sociedad es un juego en el que hay unas determinadas normas que, nos guste o no, tenemos que cumplir para seguir jugando, no bastando con una mera amenaza de llevarnos el tablero si no las aceptan. Aquí o jugamos con las normas que rigen para todos o nos apartan del mismo. No hay más.
Pues bien, esto es lo que está pasando con el ya reiterado y cansino asunto de la SGAE y la EXGAE. Siendo honestos, creo que hay varias cosas evidentes, nos gusten o no:
- LA SGAE, aun haciendo uso de los derechos que tiene a su disposición, está intentando conservar y, en ocasiones, ampliar su monopolio sobre la industria cultural de una manera que choca, cada día más frontalmente, con la cambiante realidad que nos ha tocado vivir en la era digital.
- La EXGAE, de una forma absolutamente respetable, surge por oposición a la SGAE con la finalidad de mantener una postura respetable, aunque diametralmente opuesta a la de ésta.
- El término EXGAE, de una forma muy creativa, es empleado con una doble finalidad: de un lado, relacionarse y vincularse a la SGAE y, de otro, demostrar una clara contraposición con la misma.
Por tanto, no hay que ser muy "espabilao" para darse cuenta de que toda la publicidad y la oferta de servicios ofrecidos por EXGAE se ha obtenido, en mayor o menor medida, a partir de la mala fama ganada (a pulso) por la SGAE.
Eso, traducido a Román paladino supone aprovecharse de la imagen corporativa de la SGAE, así como hacerle una competencia desleal de los servicios que la EXGAE ofrece, ya que aquélla ha servido de trampolín a ésta.
Siempre he escrito, y mi postura ha quedado clara en múltiples posts, que la concepción de los derechos de propiedad intelectual ha de modificarse convenientemente, ya que sería de tontos no hacerlo viendo los vertiginosos cambios que la sociedad de la información nos está haciendo vivir/sufrir, todo lo cual supone evolucionar y flexibilizar la postura de la SGAE.
No obstante, las cosas han de hacerse usando y jugando con las reglas de este "juego" que es internet y usando la imaginación a la hora de usarlas. No basta ya con amenazar con llevarnos el tablero.
Como siempre pasa, todos queremos derechos, pero ningún tipo de obligación, por eso, en este caso pasa como en tantas y tantas ocasiones: preferimos, porque nos conviene, la revolución, no la evolución.
A ver ahora dónde está esa imaginación de las más de 8.000 personas que conforman el colectivo EXGAE. Ojalá la empleen para hacer cambiar esta situación respetando a los demás, que es lo que exigimos para nosotros mismos.
