Ahora vienen nuevos tiempos, la industria del cine y, especialmente, de la televisión está en proceso de transformación. Transformación o, mejor dicho, adaptación. Adaptación al mundo digital y dejando cada vez más atrás lo analógico.
Hemos cambiado la forma en que accedemos a contenidos audiovisuales. Ya no es estrictamente necesario acudir a una sala de exhibición cinematográfica para ver una película, ni ser propietario de una televisión para ver una serie. Según un reciente estudio publicado por Nielsen denominado More of what we want, el 60% de los hogares estadounidenses han contratado algún tipo de servicio de vídeo bajo demanda como, por ejemplo, Netflix.
Si bien es cierto que el estudio se centra en Estados Unidos, podemos afirmar con seguridad que en España el porcentaje es significativamente inferior. Esto no responde a que España sea un país más "pirata" ni mucho menos, sino al simple hecho de que la oferta legal no es tan amplia como en otros Estados, aun teniendo en cuenta que cada vez son más las plataformas que permiten el visionado legal de este tipo de contenidos.
Según el citado informe, son los menores de edad de entre 12 y 17 años quienes más uso hacen de esta nueva forma de acceder a contenidos, seguido de adultos de entre los 18 y los 34 años de edad. A partir de los 49, se empieza a apreciar una considerable disminución en el volumen de audiencia, en lo que se refiere al visionado de contenido audiovisual a través de Internet. Estos datos muestran el salto generacional y cómo las nuevas tecnologías son rápidamente aceptadas por los más jóvenes dado que, simplemente, han crecido con ello.
Resulta obvio decir que en el siglo en el que vivimos lo analógico ha quedado relegado a un segundo plano y que vivimos en una era plenamente digital, motivo por el cual se aprecia, a su vez, un resurgimiento de lo "antiguo, tradicional y vintage". Pero, ¿ocurre lo mismo en el cine y la televisión?
Vivimos en lo que muchos consideran la Edad de oro de Hollywood adaptada a la televisión. Las series televisivas son cada vez mejores y, en ocasiones, de una calidad bastante superior a muchos largometrajes producidos dentro y fuera de España. Las cadenas de televisión en Estados Unidos, privadas y públicas, cuentan con unos presupuestos abismales que permiten crear auténticas obras audiovisuales que nada tiene que envidiar al séptimo arte.
Hasta hace poco las grandes productoras y distribuidoras se han mostrado reacias al cambio pero, dando un giro de 180º, últimamente se están fomentando cada vez más la creación de series de televisión exclusivamente para ser emitidas a través de Internet como es el caso de Marvel, que ha acordado con Netflix la producción de nada más y nada menos que de cuatro nuevas series que se pondrán a disposición del público en la referida plataforma en los próximos años. Otros casos similares son el aclamado drama House of Cards o la exitosa comedia Orange is the new black.
Así las cosas, cabe preguntarse qué significa esto para la televisión tradicional. ¿Está, acaso, abocada a una transformación? O, ¿es de esperar un nuevo resurgimiento de los medios tradicionales? No cabe duda que Internet y plataformas como Netflix, Hulu (que no han llegado a España) o Yomvi, Wuaki.tv, filmin (que sí están disponibles en nuestro país) presentan innumerables ventajas, principalmente la comodidad y facilidad de acceder a su contenido ya que, en el siglo veintiuno, nos hemos acostumbrado a tener las cosas en el momento en que las deseamos y el video bajo demanda nos da exactamente eso.
