Iniciamos hoy una serie de posts en los que, cual Mariñas o Karleme en Dónde estás corazón o Tómbola, te intentaremos informar, de modo objetivo y desapasionado, de toda la verdad acerca de esta especie de relación amor-odio que mantienen las redes P2P y la cultura.
Para tratar de delimitar en sus justos términos todos los aspectos de dichas relaciones, hemos de hacernos varias preguntas: ¿Qué hay de cierto en el argumento según el cual hay que dar las gracias a las redes P2P porque han servido para hacer libre el acceso a la cultura?, ¿Cultura libre significa o es equivalente a cultura gratis?, ¿El uso de las redes P2P equivalen siquiera al acceso a la cultura?, ¿Cuáles son las posibles aplicaciones y usos de este tipo de redes?, ¿Cuáles de dichas aplicaciones son legales y cuáles ilegales?…
Vayamos por partes. Hoy nos ocuparemos de la primera de las cuestiones, esto es, si es o no cierto que hay que dar las gracias a las redes P2P por haber sido el instrumento que ha hecho libre el acceso a la cultura.
Para empezar, hemos de decidir qué fue primero, si el huevo o la gallina, esto es, si Internet o las redes P2P.
Puede decirse que fue a raíz del surgimiento de Internet cuando empezó a hablarse de la llamada sociedad de la información y, por derivación, de la sociedad del conocimiento, expresión con la que se hace referencia a un momento concreto de desarrollo social caracterizado por hacer fácilmente accesible la información, el conocimiento y, por tanto, la cultura.
Por tanto, la respuesta a la cuestión planteada, entendemos, es muy fácil: primero surgió Internet, naciendo posteriormente el P2P como una de las múltiples aplicaciones de aquélla, en concreto la que, a través de un tipo específico de software, hacía posible el intercambio masivo de archivos almacenados en los equipos personales de los propios usuarios.
Por tanto, creemos no equivocarnos cuando afirmamos que ha sido Internet el verdadero artífice de la posibilidad que se nos brinda de acceder más fácilmente a la cultura.
Las redes P2P, son sólo una de dichas posibles vías, pero ni es la única, ni mucho menos la más importante en términos absolutos.
