A pesar de que vivimos en una época de grandes avances tecnológicos, va a ser cierto eso de que no podemos olvidar las enseñanzas que nos ha proporcionado la historia. Y dentro de esas enseñanzas se encuentran las extraídas de la civilización egipcia.
¿Y por qué digo esto? Pues muy sencillo, he llegado a la conclusión de que el único modo de proteger eficazmente la privacidad y los secretos empresariales en la actual sociedad de la información es mediante la eliminación física de todos los agentes, humanos o materiales, que hayan tenido conocimiento de los mismos, de un modo muy similar a lo que hacían los egipcios con los arquitectos y altos responsables que intervenían en la construcción de las grandes pirámides.
Y he llegado a esta conclusión tanto por mi experiencia profesional como por los conocimientos que voy adquiriendo todos los días sobre el funcionamiento de los equipos informáticos.
Por mi experiencia, he llegado a la conclusión de que por muchos documentos de seguridad, manuales de uso, declaraciones de buenos principios y documentos similares, amenazas por la imposición de sanciones disciplinarias… el único modo de evitar fugas de información que provengan del personal laboral o profesional de la organización es sacrificarlos una vez concluida su relación con la empresa. Así de claro, sin medias tintas.
Nunca podremos evitar que haya empleados que pongan sus claves de acceso en post-it pegados a la pantalla del ordenador. Nunca podremos impedir que haya trabajadores rebotados que, como venganza por el despido, saqueen los equipos informáticos de la causante de sus desdichas. Y nunca podremos hacer nada para contrarrestar el poder del poderoso señor dinero que corrompe las voluntades más débiles con la finalidad de filtrar información confidencial.
No obstante, también he aprendido que por mucho que los usuarios y empresas de nivel bajo o medio (es decir, más del 90% de la humanidad) empleen toda la dirigencia debida en borrar los datos de los equipos informáticos obsoletos, siempre habrá quien pueda aplicar medidas para la recuperación de los datos de dichos equipos.
En concreto, según estadísticas que circulan por la red, el 98% de las organizaciones empresariales creen que cuando borran o formatean un equipo los datos desaparecen para siempre, siendo imposible su acceso por terceros.
Pues bien, parece ser que es una creencia errónea ya que la información sólo se borra cuando se sobrescribe encima o cuando se destruyen los equipos.
Por tanto, las conclusiones a tales argumentos son las expuestas con anterioridad:
Si se trata de medios materiales: destrucción física de los mismos.
Si se trata de medios humanos: junto a la carta de despido o de resolución del contrato, fecha y hora para el cadalso.
Es lo que tiene la protección de la privacidad…
