Quizá hayáis tenido alguna vez la sensación, una vez sentados en vuestras butacas del cine y una vez apagadas las luces, de que alguien o algo, generalmente en la parte de atrás, os observaba y estaba muy atento a todo lo que hacíais. Yo, al menos, la he tenido, más de una y más de 10 veces..
Pues, por un lado, podéis estar tranquilos, no pasa nada, es una sensación normal derivada de la situación de oscuridad y de que estamos ante un recinto en el que te encierras con muchas personas, cada una de su padre y de su madre, y de las que no conoces nada.
Lo que deja de ser tan normal y preocupa un poco más, es que, según podemos leer en Abadía Digital, las salas de cine, cansadas de ser aburridas y de ceder el protagonismo a las películas y sus tramas, muchas veces de espionaje y acción, han decidido dar el paso y se han sumado a la acción.
Tanto es así, que algunas salas de cine alemanas, del Estado de Sajonia-Anhalt, han decidido instalar la última tecnología, esto es, equipos de visión nocturna (o al menos sin de visión sin luz, porque también hay pelis durante el día) con la finalidad de cavar de una vez por todas con el fenómeno de la piratería on line.
En efecto, las productoras y distribuidoras cinematográficas se vienen quejando de que en muchos cines no se ponen los medios adecuados para que los espectadores no graben las películas con sus equipos y, con ello, para que dichas copias (cuya calidad deja mucho que desear) pasen a las redes P2P, a los sistemas de descarga directa o a los websites basada en el streaming.
Al margen de la opinión que merezca este sistema de control (más cercano a aquello de matar moscas a cañonazos que otra cosa), lo cierto es que dichos sistemas son susceptibles de recabar datos sujetos, por ello, a la normativa sobre protección de datos vigente en la actualidad.
Por ello, es evidente que el uso de tales sistemas deberá ser debidamente anunciado a los espectadoras, incluso antes de que adquieran el billete, no siendo suficiente con que la entradilla previa al inicio de la película que suele ser el momento en el que, hasta la fecha, se pone en conocimiento de los usuarios el ladrillo del artículo 270 del Código Penal y la posible expulsión de aquellas personas que sean pilladas en fraganti grabando la pelo.
Una vez que el espectador sea informado convenientemente de que va a ser grabado con cámaras infrarrojas (al menos esas son las que se ponen los protas de las pelis), de que dichos datos se incorporarán al pertinente fichero inscrito en el Registro de la Agencia Española de Protección de Datos y de que pueden ejercer sus derechos ARCO, podrán prestar su consentimiento informado y estará todo como Dios manda.
Eso sí, una vez que aceptemos, no me seáis aprovechaos y no denunciéis al cine porque no os ha gustado la peli…
