En primer lugar, es preciso decidir cuál de las partes ha de proceder a la contratación de las distintas empresas informáticas, es decir, si el cliente directamente o la empresa contratista principal por medio de la subcontratación.
Lo más conveniente es que sea la empresa inicialmente contratada (main contractor) la que subcontrate la realización de determinados aspectos del proyecto informático a otras entidades. Ello se hace recomendable, de un lado, al ser la empresa que asume la coordinación y dirección del proyecto, así como el resultado del mismo frente el cliente y, de otro, al ser la empresa que posee los conocimientos técnicos precisos para conocer en cada momento qué empresa o empresas son las más adecuadas para el desarrollo de los módulos externalizados.
Además de todo ello, es una solución muy cómoda para el cliente ya que, en caso de que el proyecto resulte finalmente fallido, dicha solución evitará que el mismo tenga que dirigirse contra todas las entidades participantes con el fin de delimitar el grado de responsabilidad en el fracaso.
En segundo lugar, y en el ejercicio de las funciones de coordinación antes adelantadas, la contratista principal debe adoptar una serie de decisiones que posibilitan el buen desarrollo y fin del proyecto:
- Ámbitos o módulos de actuación de cada empresa.
- Protocolos de actuación en caso de desvinculación del proyecto.
- Colaboración necesaria en la fase de integración e implantación final.
- Delimitación de los derechos de propiedad intelectual sobre el proyecto.
- Ámbito de responsabilidad de cada empresa.
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