Algunos menores son víctimas de acoso escolar. Los expertos se preguntan si es una manifestación de la violencia generalizada que encontramos en la sociedad actual o una manifestación más concreta de algunos menores que están pasando por circunstancias particulares en sus familias, circunstancial o con carácter más permanente.
Como el maltrato engendra maltrato y el acoso laboral está a la orden del día deberíamos preguntarnos si nuestros menores no son más que una manifestación del mundo que generacionalmente ha rodeado a sus padres, con las consecuencias que todo ello supone.
Si es cierto que la educación tarda cinco generaciones en borrarse (incluso más) y la de estos padres es una generación que masivamente se ha lanzado al mundo de las empresas (campo preferente del acoso laboral por motivos obvios). Cabe preguntarse hasta cuando se arrastrarían las consecuencias, ya que los educadores de estos niños en primer grado han sido acosadores, victimas de acoso, o lo han visto en otros compañeros como una realidad.
Como todo directivo sabe, todo empleado necesita un entorno adecuado para producir lo más posible. Como todo profesor sabe, todo alumno necesita un entorno adecuado para desarrollarse académica y humanamente. Sin ésto, todo supone un fracaso.
El acoso nunca tiene justificación, ni laboral, ni escolar, ni en ningún otro ámbito. Nadie gana y esa es la verdad.
