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29/03/2024. 01:55:41

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El Derecho no es neutro, ni puede serlo

Gema Tomás. Decana de la Facultad de Derecho. Universidad de Deusto
Gema Tomás

Estamos en 2021 y las mujeres tenermos un lugar que nunca antes habíamos tenido, en lo social, politico y familiar. El siglo pasado fueron años de lucha contra la desigualdad. Tiempos de superar la discriminación en lo político, se conquistó el derecho al voto y la posición política en Parlamentos y órganos de gobierno. El debate sobre las cuotas y la discriminación positiva llegó a finales de siglo y estaba presente un día sí y otro también, aquí y más allá de nuestras fronteras. Nos posicionamos a favor y en contra. Ahora ya apenas se habla de ello. Se hablaba entonces de superar la discriminación en la vida laboral y en el trabajo. Y se han aprobado leyes que permiten generar estrategias de conciliación laboral y familiar, de recuperación de tiempos y oportunidades perdidas por excedencias principalmente protagonizadas por mujeres que dejan su trabajo para cuidar a sus familias. Y por supuesto de igualdad salarial, que estaba en la primera línea de las reivindicaciones feministas de hace más de un siglo y que fue la única referencia que llevaba en sus líneas el Tratado de Roma fundacional de la entonces Comunidad europea. Hoy se habla de “brecha salarial”.

Tengo la sensación de que en pocas décadas se ha logrado mucho. Mucho sobre el papel. De que objetivamente los cambios normativos están ahí y ahora toca aplicarlos, visibilizarlos, generalizarlos, hacerlos efectivos, reflexionar cuando no es así y cuáles son las razones que impiden un logro real de la igualdad.

Estamos claramente en otra fase de reflexión jurídica porque habiéndose avanzado mucho, laten desigualdades que no acaban de erradicarse. Y lo más grave, sigue habiendo una violencia machista que parece que nunca va a desaparecer, incluso entre personas jóvenes. Las nuevas generaciones parecen perpetuar esquemas de relaciones asimétricas que pensábamos hace veinte años que se superarían en el momento en que se educase con parámetros modernos, con padres y madres inmunizados contra patrones decimonónicos. Y no ha sido así. Toca ahora preguntarse por qué.

La pandemia ha puesto en evidencia desigualdades domésticas de todo orden y condición; y en lo laboral, un mayor desempleo femenino que será creciente en la medida en que vayan desapareciendo las medidas públicas paliativas y transitorias de lucha contra el coronavirus. Eso significa que queda mucho camino aún por recorrer en una sociedad que resultará más empobrecida y desigual.

Hace más de diez años que se creó el Movimiento Carmona de feminización del Derecho privado, que surgió en la ciudad sevillana del mismo nombre bajo el liderazgo de quien fuera Catedrática de Derecho civil, Rosario Valpuesta, junto con otras catedráticas como Teodora Torres, María Paz García Rubio, Carmen Gete Alonso y Ana Cañizares. Ahora somos más de 100 mujeres juristas y algunos hombres que también se han unido a esta importante labor de reflexión y análisis sobre el Derecho privado en clave de género. El Derecho no es neutro, ni puede serlo. Y sobre todo, no debe ser injusto, y seguirá siéndolo si no lo contemplamos con una visión que impida perjuicios a alguien por razón de ser mujer (u hombre).

Quizá este siglo en el que estamos ya en la segunda década, sea un siglo para cuestionar y reflexionar los cambios normativos ya producidos. Igual son años de “pincel” y no de “brocha gorda”aplicada a la interpretación jurídica. Igual son años de repensar la educación de una juventud distante muchas veces frente a paradigmas que parecían “superados” y no lo están. Y todo ello porque quizás el Derecho no ha transformado la sociedad en la medida en que las leyes de igualdad debían haber cambiado a las personas.

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