Según relata la Odisea, Ulises, antes de dirigirse hacia Troya, encomendó a su buen amigo Méntor (Μέντωρ), que cuidara, aconsejara y guiara a su hijo Telémaco, con objeto de que se convirtiera en un rey justo y sabio. De este modo, a través de la literatura clásica, nació la figura que hoy conocemos como “mentor”, que la RAE define como el “consejero, guía o maestro”. Por su parte, el diccionario Oxford define el verbo to mentor como “aconsejar y formar a alguien, normalmente, más joven”; y el sustantivo mentoring como “la práctica de ayudar y aconsejar a una persona con menos experiencia durante un periodo de tiempo”.
Antes de que estos términos se popularizaran, en el ejercicio de la abogacía, la mentoría o tutoría de los abogados más jóvenes por parte de los abogados con más experiencia siempre ha estado presente. Actualmente, sigue siendo el medio clave para la formación de las nuevas generaciones, que se cultivan e instruyen en todas las facetas de la profesión durante el periodo en el que desarrollan sus prácticas, antes de colegiarse e incorporarse al ejercicio profesional.
Tuve la gran suerte de constatar la importancia de este periodo de formación gracias a la tutela y asesoramiento que recibí desde el mismo momento en que me incorporé al despacho en el que he desarrollado mi carrera profesional. El papel del tutor (en mi caso, tutora) resultó fundamental, no solo desde un punto de vista técnico o para comprender la cultura de la firma, sino también para acercarme a su forma de trabajar y de relacionarse con clientes, operadores jurídicos y compañeros.
Sin perjuicio de lo anterior, desde la asociación Women in a Legal World, creemos que esta labor debe comenzar mucho antes; y, por ello, trabajamos para desarrollar el potencial y fomentar las oportunidades de alumnos de los últimos cursos del grado en Derecho y del Máster de Acceso a la Abogacía a través del programa de mentoring.
El eje principal del proyecto reside en que mujeres líderes y referentes en el ámbito jurídico-empresarial comparten y transmiten sus conocimientos, habilidades, competencias y, sobre todo, su experiencia, tanto personal como profesional, a alumnos que en los próximos años se incorporarán al mercado laboral. De este modo, las mentoras se convierten en referentes y fuente de inspiración poniendo a disposición de los alumnos su bagaje y conocimientos desde todos los ángulos y perspectivas. Y, por su parte, los alumnos comparten y transmiten sus inquietudes y preocupaciones iniciales, sus sueños e ilusiones, sus miedos y esperanzas, en un diálogo generado en un entorno de compromiso, confianza y generosidad.
Es definitiva, esta iniciativa tiene una doble vertiente: por un lado, permite a las jóvenes generaciones contar, desde un primer momento, con el desinteresado y valioso acompañamiento de sus mentoras, que les ayudarán a enfocar sus objetivos personales y profesionales, favoreciendo y creando vínculos entre ellos; y, por otro lado, proyecta sobre los más jóvenes la visión de que las mujeres están presentes y ocupan puestos de gran responsabilidad, impulsando, de este modo, el liderazgo de la mujer y promocionando el talento femenino en el sector legal.
