La política correctamente entendida es el conjunto de actividades que un grupo de personas ha de emprender en servicio de sus conciudadanos. Continuamente se presentan alternativas ante las que alguien ha de discernir. Acertar reclama pericia técnica y también limpieza en la mirada. Es decir, no basta sólo con conocer los cómos, hay que ser capaces de acertar también en los correctos porqués.
El liderazgo no es la suma de unas habilidades meramente técnicas -buena comunicación, gestión adecuada de recursos, solución de conflictos, motivación de un colectivo…-, sino que reclama una capacitación ética.
Cuando una persona accede a un cargo público debe contar, por tanto, con una preparación técnica indudable y también con una disposición al servicio abnegado hacia sus conciudadanos. El político está para servir, no para servirse de los demás. Encaramarse sobre un pedestal para dictar órdenes, sin estar dispuesto a comprometerse con lo exigido, es propio de hipócritas. Dar indicaciones sin ton ni son, sin estrategias definidas, ni objetivos plausibles, es propio de patanes.
España no se merece la clase política que padece. Con honrosísimas excepciones, el talento parece haber huido del ámbito de la política. Un país que cuenta con directivos de primer nivel, con empresarios que han lanzado proyectos a nivel mundial, no debería estar en manos de ciertos indocumentados, cuya única habilidad es la comunicación a las masas.
Hitler y Stalin fueron grandes comunicadores, pero no fueron líderes. Fueron alborotadores de masas, crueles gestores, dañinos pastores para sus pueblos, infames mentirosos que prometieron mundos mejores y condujeron al camposanto a millones de europeos a la vez que las ilusiones de un Continente.
La ceguera propia del poder puede ser superada cuando hay preparación, fundamentos conceptuales. Falta en buena parte de nuestra clase política capacitación básica para su trabajo.
En los triunfos, cuando se enaltecía al general romano vencedor de enemigos sin número, un esclavo repetía continuamente al triunfador:
-Respice post te! Hominem te ese memento! Memento mori!
-Mira atrás y recuerda que sólo eres un hombre. Recuerda que vas a morir.
¡Cuántos directivos-patanes, ensoberbecidos con las prebendas que se han concedido, deberían reflexionar siquiera un momento con estas palabras!
La solución para disponer de buenos políticos no es sencilla. Para contribuir a lograr una buena clase dirigente, deberíamos protegernos de los iletrados, reclamando -cuando menos- una cierta preparación en idiomas, estudios, capacitación conceptual… Dejar que un voceras aceda a puestos de preeminencia es una irresponsabilidad, que sólo percibimos en plenitud cuando el inepto ha sido encumbrado.
Reforzar la formación de la deontología en la Escuela, las Universidades y las Escuelas de Negocios no es la única solución. Pero es una de las que hay que poner en marcha.