Ahora que llegan unos días de descanso, voy a proponer un ejercicio muy simple. Consiste en aprovechar que estamos fuera de nuestro entorno laboral, sin el teléfono sonando, sin vencimientos a la vista y sin reuniones, para mirar atrás y examinar la evolución de nuestra propia carrera profesional.
Como abogados, como socios de despacho y como directores. Examinemos despacio las diferentes etapas que hemos atravesado desde que comenzamos a ocuparnos de la apasionante labor de dirigir un despacho profesional.
Un lápiz y un papel nos bastarán para ir anotando cada año (lo siento por mis lectores con muchos años de ejercicio) y para ir recordando los cambios que hemos ido haciendo en el despacho y en nuestras carreras profesionales. ¿Qué motivó el cambio? ¿A qué materias del derecho me dedicaba hace cinco o diez años? ¿Y ahora? ¿Cambiamos al mismo ritmo que el entorno o nos costó ver que ya no podíamos seguir haciendo lo mismo?
Si la memoria tarda en ponerse en marcha, pasaremos a los errores. Hagamos una lista de los errores que, lejos de hacernos fracasar, nos han servido como fuente de aprendizaje. ¿Por qué dejó de contratar nuestros servicios ese cliente que creíamos que nunca se iba a ir? ¿Por qué abandonó la firma ese abogado al que ya considerábamos un amigo? ¿Cómo es posible que habiendo sido de los primeros en descubrir un nicho de mercado no aprovecháramos la oportunidad?
Cuando hayamos acabado, será muy interesante ver la evolución de nuestras actividades o diferentes roles dentro de la firma ¿Nos hemos acercado o nos hemos alejado de aquéllas tareas que más nos gusta hacer? ¿Hemos cambiado de actividad o de área del derecho porque ya no nos resultaba tan interesante?
Cuando hayamos acabado, espero que todos nos demos cuenta de que al principio hacíamos lo que creíamos que nos gustaba, pero que con el tiempo nos estamos dedicando a lo que realmente nos gusta. Porque el verdadero talento sólo aparece cuando te dedicas a aquello que te gusta hacer, y te dedicas con mucho trabajo, constancia, esfuerzo y disciplina.
Por último, y ya que hemos sacado los errores que hemos cometido, podemos escribir en un papel tres cosas que nos gustaría cambiar de nuestra forma de hacer las cosas, de la manera en que tomamos nuestras decisiones o del funcionamiento de nuestros despachos. En verano comprobaremos si hemos hecho algo al respecto o nos estamos dejando llevar por el día a día.
