
Por cultura entendemos la existencia de un conjunto de valores, hábitos y costumbres que caracterizan a un grupo social en un determinado territorio, una nación, un Estado, etc. Este concepto de cultura se refiere a manifestaciones como el folklore o el idioma. No obstante, desde finales de los 70, el estudio del concepto de cultura se ha ampliado a la aplicación de las mismas en el campo de las organizaciones relacionadas con el sector económico. Hoy en día, hablar de cultura corporativa, es tan corriente como hablar de estrategia empresarial.
La cultura empresarial, es un elemento clave en un entorno como el actual en el que el cambio es una constante, siendo muy importante para los despachos disponer de herramientas para identificar y gestionar esta cultura con el fin de lograr ser una organización competitiva. Normalmente se identifica con la forma de ser de un despacho y se manifiesta en las formas de actuación ante los problemas y oportunidades de gestión y adaptación a los cambios y requerimientos de orden exterior e interior, que son asimilados en forma de creencias sobre el tipo de objetivos y el modo apropiado en que se deberían conseguir y que se trasmiten y se enseñan a los nuevos miembros como una filosofía de vida, es decir, como una manera de pensar, vivir y actuar.
Corresponde a los titulares del despacho o a los socios establecer el conjunto de creencias que conforma la cultura de la empresa, ya que, además de definir la identidad perseguida, sirven como fundamentos de sus políticas y acciones estratégicas. Una vez determinada, es precisa la adhesión de todo el cuerpo social a dichas creencias.
En cuanto a su clasificación, y siguiendo a Roger Harrison (Harvard Business Review), podemos distinguir cuatro tipos de orientaciones culturales que, a su vez, definen cuatro perfiles de organizaciones en función de su cultura:
- Organizaciones orientadas al poder, cuyo objetivo es reforzar las posiciones de poder en su seno, los que favorezcan la toma de decisiones centralizada y el control sobre las personas.
- Organizaciones orientadas a la norma, cuyo objetivo es la seguridad y la estabilidad.
- Organizaciones orientadas a resultados, identificadas con los objetivos de eficacia y optimización de recursos.
- Organizaciones orientadas a las personas. Su objetivo es el desarrollo y satisfacción de sus miembros.
- Una vez establecida la cultura corporativa, los beneficios que ésta reporta al despacho son innegables, puesto que, con independencia de reflejar nuestra filosofía, su utilidad se manifiesta en los siguientes efectos:
- Facilita las líneas maestras para competir en el mercado.
- Ofrece un valor añadido al servicio al cliente.
- Promueve el mejor desempeño del despacho a través de los criterios y reglas de actuación.
- Enseña a los nuevos miembros – del despacho – el modo correcto de percibir, pensar y sentir problemas relevantes al mismo.
- Establece los parámetros de conducta de los miembros en el despacho, dándoles un sentido de identidad a la firma.
- Fija los límites con otros despachos.
Aunque todos los despachos tienen en mayor o menor medida su cultura empresarial, ésta debe fijarse por escrito y de forma clara y sencilla a modo de principios, reglas o postulados que identifiquen con la máxima precisión la filosofía del despacho (por ejemplo, un decálogo). Una vez establecido, es conveniente difundirla mediante los sistemas de comunicación internos y externos del despacho.