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20/04/2024. 14:17:02

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¿Qué hace el abogado el primer día tras las vacaciones? Consejos para saber dónde estamos

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

La autentica generosidad hacía el futuro consiste en entregarlo todo al presente. Albert Camus.

Sombrilla amarillas cerradas en una playa

Las vacaciones estivales se han terminado en la mayoría de los casos, y con ello comienza el año profesional del abogado.  No importa lo largas, cortas o complicadas que hayan podido ser (y con esto me refiero a haber tenido que trabajar en verano por fuerza mayor), lo que es un hecho inamovible es que hoy, cuando estés leyendo este post, ya estaremos la mayoría de los abogados en el tajo. Dicho esto, hoy vamos a hablar precisamente de nuestro primer día de trabajo.

Tradicionalmente, cuando llegamos al trabajo, es decir, el primer día, los abogados tenemos la tendencia a seguir una de las siguientes conductas (lo expreso mejor en primera persona):

1ª.- Me paso todo el día charlando con los compañeros, tomando café, haciendo algunas llamadas a algún cliente, todo ello sin ánimo alguno de sentarme realmente a trabajar, pues es el primer día, y no voy a entrar de lleno en materia, pues sería contraproducente. En definitiva, me dedico a merodear y, un poco antes del fin de la jornada me voy a casa que no es bueno cometer excesos;

2º.- Tengo algo muy urgente que hacer, algo que bien quedó pendiente en julio o bien ha surgido durante verano, y me encierro en el despacho (ya llegará el momento de los abrazos y el café) para preparar o concluir esa tarea tan urgente.

3ª.- Tras saludar y charlar con mis compañeros sobre el veraneo, me encierro en mi despacho y trato de saber donde estoy, es decir, de conocer cuál es mi situación profesional en este mismo momento. Una vez concluida esta "renegociación" conmigo mismo, si estoy a tiempo de ello, comienzo a trabajar en los temas previstos.

Como ya habréis podido presumir, apuesto por esta tercera opción, que es la que vengo haciendo todos los años y que, sin lugar a dudas me permite hacer un precalentamiento que considero imprescindible para poder seguir el rumbo adecuado durante el resto del ejercicio. Y hablo en serio cuando digo durante el resto del ejercicio.

Pero, vayamos por partes, ¿en qué consiste eso de saber dónde estoy?

Sustancialmente, saber donde estoy no es más que la realización de un conjunto de acciones de análisis y reflexión destinadas a conocer (o actualizar el conocimiento) sobre diversa información profesional que nos afecta profesionalmente en un momento determinado. Veamos algunos de los datos objeto de dichas acciones:

  • Repasar los objetivos profesionales del despacho para este ejercicio.
  • Repasar y concretar mis objetivos profesionales para este ejercicio (que deberán estar alineados con los del despacho).
  • Revisión y actualización del estado en que se encuentran todos los asuntos en los que estemos trabajando actualmente (respecto a esta actividad, puedes consultar el post "De vuelta al trabajo, ¿por dónde empiezo?" Publicado en esta revista el 4 de septiembre de 2012.
  • Repasar y actualizar los compromisos profesionales en la agenda (vencimientos y señalamientos)
  • Hacer limpieza de todos los documentos que hayan podido entrar durante el verano (y otros anteriores)
  • Planificar futuras acciones para los asuntos en los que vamos a intervenir a corto y medio plazo (próximo mes)
  • Planificar futuras acciones relativas a cualquier proyecto que queramos llevar a cabo (visitas o llamadas a clientes, reunión con otro abogado, participación en seminarios, etc…)
  • Cualquier otra acción que consideremos conveniente para nuestra propia organización (arreglar los cajones, ordenar la mesa, reestructurar el mobiliario de nuestro despacho, etc…)

Esta actividad, a realizar alejados de cualquier tipo de interrupciones, deberá llevarse a cabo con un espíritu positivo, bien enfocados en los que estamos haciendo, y con la mente abierta a cualquier idea, proyecto o circunstancia que se nos ocurra y que podrá sernos de utilidad en nuestro trabajo en un futuro (y que tendremos que recoger por escrito).

La finalidad de la realización de tales acciones durante el primer o primeros días de trabajo tiene sentido y, cómo no, mucha importancia,  ya que cuando regresamos de unas vacaciones estivales (por muy cortas que hayan sido), el primer contacto con el trabajo, entendiéndose por tal comenzar inmediatamente a realizar el esfuerzo intelectual de trabajar en un asunto, supone (y está demostrado) una verdadera carga de estrés, ya que no nos encontramos habituados al ejercicio intelectual (se ha perdido momentáneamente la práctica), por lo que éste va a ser más costoso, salvo que lo hagamos de forma progresiva. Igualmente, si no tenemos nuestra mente en orden (desde una perspectiva profesional), no dispondremos de la suficiente energía, pues la falta de control sobre nuestro trabajo impide que energía circule adecuadamente, por lo que si a través de la puesta al día la liberamos, ésta nos ayudará a sacar nuestro trabajo con más facilidad, pues una mente ordenada, que sabe donde está y hacía donde va se encontrará infinitamente más segura y preparada para afrontar la carga de trabajo habitual. Finalmente, el sentarnos a saber donde estamos nos dará perspectiva, es decir, nos permitirá vivir profesionalmente a medio plazo y no al corto, es decir, el día a día, como ocurre cuando entramos en materia y así sucesivamente sin un tiempo de reflexión.

Concluida la experiencia (en el primer o segundo día, da igual lo que tardemos) , ya estamos dispuestos a hacer lo que nos parezca más oportuno: tomarnos un café con nuestros compañeros, continuaremos preparando la audiencia previa del viernes, comenzaremos aquella contestación a la demanda…

Lo que si te puedo asegurar es que cuando comiences con esta segunda fase, te sentirás muyo más eficaz, productivo y sentirás como lo tienes todo mucho mas controlado. ¡Y desde el primer día!

Un último consejo: ¿Por qué no te planteas hacer esto todos los meses?

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