Nunca antes en la historia ha habido tanta devoción por la imagen y fama propia como en la actualidad. También es cierto que antes en la historia no estábamos ninguno de los presentes, y debemos creernos lo que nos dicen los libros de historia.
Tenemos un antecedente remoto, en la edad clásica, donde había un culto a la belleza tan narcisista que llevó a la desaparición de dicha sociedad, más preocupada de sí misma, de su imagen y de su alimentación egocentrista, que de los problemas reales existentes.
Pero la sociedad en la que vivimos, la llamada SI (Sociedad de la Información), de las NN.TT. (Nuevas Tecnologías), y un innumerable catálogo de siglas (realmente es la sociedad de las siglas, a la que habría que añadir también las que siguen: SMS, MSN, LOPD, LSSICE, HDD, GB, DVD, WLAN, WI-FI, y un interminable etc, etc), es una sociedad muy parecida a la clásica, pero que tiene a su alcance unas armas de difusión que no había entonces. Hoy día es extremadamente sencillo dar a conocerte, hacer tu propia campaña de marketing. Principal culpable del alto índice de vanidad que existe en la sociedad actual son los medios de comunicación, especialmente la TV. Muchos de los programas van dirigidos a los más jóvenes, a concursos donde un desconocido se hace famoso con unas cualidades innatas; en otros, la mayoría, no hace falta tener ninguna cualidad, solo estar dispuesto a vender tu vida. Estos concursantes después salen en multitud de programas de prensa rosa, donde siguen vendiendo su vida, y se disponen a vivir, como vulgarmente se dice, del cuento.
Todo esto lo ven los jóvenes y quieren imitarlo. Pero claro, aunque estos programas no parecen tener fin, y cada día como quien dice sale uno nuevo, sí que es finito el medio, y como mucho puede dar a conocer a solo unos cientos de candidatos. Sin embargo Internet no tiene límites, y los más jóvenes lo saben. ¿Y cómo buscan la fama? Pues a través de las famosas redes sociales y los chats. Y esto es preocupante, porque a la facilidad con la que venden sus datos personales, sin ponerle protección ninguna, pues en la mayoría de los casos dejan la información abierta al público, en muchos casos nos encontramos con que venden más fácilmente su imagen. En las citadas redes sociales puedes colgar fotos. Cada uno puede hacer con su imagen lo que quiera, lo peor es cuando dentro de esa foto se encuentra tu imagen.
Hay casos en los que, no solo ellas sino también ellos, cuelgan fotos que, lejos de parecer esporádico y normal, parecen un auténtico book profesional. Y claro, diréis, ¿qué tiene esto de malo? Pues bien, muchos de estos aspirantes a modelos se promocionan. Sí, como leéis. Se promocionan. A través de las redes sociales, y usando la teoría de los seis grados, de la que algún día hablaremos, te invitan a ver su fotoblog. Y si esto lo hace un mayor de edad, pues bueno, cada cual es libre de hacer lo que quiera. Pero por desgracia la mayoría de los usuarios de estas redes son menores, y son los que menos cuidan por proteger sus datos.
No soy partidario de la intervención sino de la educación, pero tal vez haya que intervenir en este momento hasta que la sociedad es educada en el manejo de las Nuevas Tecnologías.
