
Cada día que abrimos nuestro cliente de correo recibimos más correo electrónico no deseado, los conocidos "spam", que los propios correos que nos interesan. Todos sabemos lo molestos que son, y lo perjudiciales que pueden llegar a ser cuando te saturan el servidor y no te llegan los correos que esperabas.
Pues bien, leyendo el otro día un periódico electrónico, encontré una noticia extremadamente curiosa a propósito de un estudio publicado por la compañía de seguridad informática McAfee: los spams producen una cantidad de emisiones de efecto invernadero equivalente a la originada por 3,1 millones de vehículos.
Según el referido estudio, cuyo título es tan curioso como su contenido, "La huella de carbono del Spam", parece ser que el hecho de enviar correos no deseados supone un gasto energético a nivel mundial equivalente a abastecer a 2,4 millones de hogares durante un año. Si a esto añadimos que la gran mayoría de dicho correo directamente se borra por quienes lo recibimos, pues resulta que es una energía que cae en saco roto, totalmente desaprovechada.
Claro está que el estudio realizado por la compañía antivirus viene a concluir que el uso de políticas de prevención como los que ella misma oferta, supondría un ahorro considerable en energía, tanto como el equivalente a la retirada de millones de coches de las carreteras de todo el planeta. Realmente el estudio me parece un poco exagerado, pues mi limitada mente no llega a entender que los mencionados spams consuman tanta energía, ya sea ésta real como temporal, es decir, energía medible en consumo efectivo por permanecer el ordenador encendido (no solo del que lo recibe), el cual entiendo es mínimo, pero que en términos globales puede llegar a tener incidencia; y gasto de energía temporal, esto es, aquella que nos supone a todos por el simple hecho de perder el tiempo en leer algo que no hemos deseado, o simplemente emplear, o mejor dicho, gastar, nuestro tiempo en borrarlos.
Lo peor de los spams, a mi parecer, es que si pones un buen filtro, llega a ser tan efectivo que al final mete la gran mayoría de los correos en la carpeta de los no deseados, y, cuando por fin te das cuenta porque te llaman recordándote la respuesta al correo que supuestamente te habían enviado hace unos días, resulta que terminas visitando no solo la carpeta de entrada sino también la carpeta de spams. Y termina siendo casi obligatorio echar un vistazo a todos los correos no vaya a ser que destruyas aquél que tanto ansiabas que llegara.
En definitiva, los correos electrónicos no deseados, más que un gasto energético tal cual medido, es un gasto de tiempo, el cual sí se puede medir en índices económicos, pues al cabo del año perdemos alguna que otra hora viendo spams, que a nivel global harían auténticas jornadas de absentismo laboral.
Por cierto, en el último mes y gracias al spam, me ha tocado no sé cuantos coches, he sido "galardonado" (como dicen textualmente) con cuantiosos premios, hasta he sido agraciado con una fabulosa casa a la que parece no ha afectado la crisis económica y sigue manteniendo un precio elevado (será por lo de fabulosa). Y lo mejor de todo, la multitud de empresas de todas las nacionalidades que, haciendo un enorme esfuerzo por escribir en castellano, me ofrecen la posibilidad de hacer multimillonarios negocios siempre y cuando, como muestra de buena fe internacional, les envíe una determinada cantidad de dinero. Para tanta inventiva también es necesario gastar energía. En fin, las cosas del spam.
Socio fundador de Avezalia, firma especializada en el asesoramiento jurídico integral TIC