Vivimos tiempos complejos, y los discursos, aunque sean institucionales, cobran gran interés. El del Rey de Nochebuena tuvo puntos en que el derecho tiene bastante que hacer, y que decir. En medio de un llamamiento general a superar tensiones y divisiones sobre la base de los principios y valores que alimentan la convivencia e inspiran la Constitución, el Rey pidió sumar voluntades en torno a los grandes temas de Estado, reforzando la cohesión interna y la proyección exterior. También, doblar esfuerzos para que España vuelva a crecer y a crear empleo.
Ubi societas ibi ius, siempre. El Rey Juan Carlos hizo mención en su discurso televisado en Nochebuena a diferentes aspectos de relevancia normativa.
Aludió a que el año que ya concluye ha llevado a que el desempleo sea la principal preocupación de las familias españolas, que afecta a varios millones de personas angustiadas no sólo por la pérdida de ingresos, sino por la falta de horizontes. Volver a crecer -dijo- es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen.
El mundo es cada vez más global tanto en sus posibilidades como en sus desafíos, que desbordan las fronteras nacionales. Estos desafíos -según recordó el monarca- van desde el terrorismo, la crisis económica o el cambio climático, hasta las pandemias o el narcotráfico: todos ellos requieren de la acción conjunta de los Estados. En este marco, dentro de unos días España asumirá por cuarta vez la Presidencia de la Unión Europea, cuando la Unión debe tomar medidas de vital importancia para su futuro. Tras la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, resulta prioritario lograr una Europa más unida, dinámica y presente en el mundo.
Según mencionó, en las últimas décadas España ha podido resolver grandes problemas, aunando esfuerzo, voluntad de acuerdo y liderazgo responsable de nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales. Para ello, la Constitución garantiza una serie de derechos y libertades, fundamenta una avanzada articulación de nuestra rica diversidad territorial, y nos dota de instituciones que son claves para la estabilidad. Por ello, animó a preservar esa independencia en aras de la confianza que los ciudadanos tienen depositada en ellas.
Para los retos no ya sólo de la economía sino los que generan la fractura social que está creando la propia crisis, la puesta en cuestión de instituciones, el Estado de las Autonomías y el reparto público de los recursos hizo alusión a que es preciso desplegar nuestras mayores capacidades, con una España sólida y cohesionada, en una Europa dinámica y solidaria.