La existencia de dos españas enfrentadas en sus intereses presupuestarios, la pobre y la rica, ha provocado constantes cruces de reproches en el panorama político. El informe sobre el que se basarán las negociaciones para la nueva financiación autonómica demuestra que esta afirmación no es tan cierta.
Precisamente el viernes pasado, como ejemplo más que grafico, vimos y oímos sentenciar a Juan José Rodríguez Ibarra hablando de su tierra extremeña, y dirigiéndose hacia las autonomías desahogadas que "desde Extremadura les digo que el pobre lo será su padre, nosotros no somos pobres", y prueba de ello, indicó, es "lo bien que estamos y lo bien que vivimos".
En la practica, y aplicados los criterios correctores pertinentes, no hay tantas diferencias económicas entre las autonomías como parecen expresar medios de comunicación y partidos. En el informe de 187 páginas que ha hecho llegar el Ministerio de Economía y Hacienda a las comunidades autónomas y que servirá de base para el nuevo modelo de financiación autonómica se muestran cifras que, aunque correspondientes a 2003, siguen siendo válidas. Las regiones con mayor capacidad fiscal por habitante son Madrid con 1.834 euros, Baleares con 1.890 euros y Cataluña con 1.705 euros. Sin embargo, una vez aplicado el llamado Fondo de Suficiencia, las tres regiones se hunden en la clasificación general. Madrid pasa al décimo tercer puesto; Baleares al decimoquinto y Cataluña al décimo. Extremadura, con sus 933 euros de capacidad fiscal por habitante ocupa el puesto número 14 en cuanto a capacidad fiscal por habitante, pero con la aplicación del Fondo de Suficiencia, es la región que dispone de mayores recursos financieros por habitante. El País Vasco y Navarra no aportan dinero para financiar el Fondo de Suficiencia, aunque sí contribuyen al Fondo de Compensación Interterritorial, cuya dotación es inferior.
Y es que la "vida de rico" cuesta. Al ser nuestro sistema fiscal de tipo progresivo, el poder adquisitivo se reduce en términos reales por la aplicación de la tarifa del impuesto. Si a ello unimos que los niveles de precios son superiores en las comunidades autónomas con los salarios más altos, el poder de compra de las autonomías más pudientes puede llegar a ser inferior que el de las consideradas oficialmente pobres.
No por estar en una región rica se es necesariamente rico, y viceversa. O, si no, y en otro orden de cosas, que se lo digan a los agricultores que en la Revolución Industrial dejaron el azadón propio para manejar la máquina ajena y terminaron empobrecidos y enfadados en los cinturones periféricos de las ciudades. Una obviedad que parece que no se entiende.
