Despachos grandes o pequeños, familiares o de dimensión internacional, todos están “tocados” por la crisis. En estos días, hemos estado ofreciendo a nuestros lectores diferentes puntos de vista de varios abogados, quienes nos han dado su valoración acerca de este período, bueno quizá para algunos ámbitos, que vive el mundo entero. Ha quedado esclarecido, o al menos así lo vemos, que la crisis es un momento de repensar, de replantear; y de abrir otras puertas que antes, quizá por exceso de movimiento, no teníamos tiempo de abrir.
Ubi societas, ibi ius; pocas veces ha sido tan cierto. La crisis de las sub prime en Estados Unidos, que hace poco más de un año se pensaba que no nos afectaría, nos ha dado en la línea de flotación.
Lo inmobiliario ha hecho caer nuestra economía hondo, muy hondo. Con ello, todo se ha convertido en un dominó que ha ido cayendo; y la abogacía está siendo testigo privilegiado: las insolvencias se han ido convirtiendo en embargos, y los concursos se han visto multiplicados; de tal manera que el Gobierno reformó, de urgencia, la Ley Concursal; modificación que no cuenta con el beneplácito de todos.
Es momento de diversificar, de explorar otros campos en los que los servicios de nuestro despacho puedan sernos rentables. Lo laboral es un campo que está generando mucho trabajo, y no sólo en lo referido a conflictos, sino en lo que respecta a variaciones de régimen (de trabajador por cuenta ajena a por cuenta propia), variaciones de jornada, y, en lo que se refiere a lo tributario, averiguación de qué régimen -estimación directa, objetiva etc.- es más rentable para el sujeto pasivo.
También hemos hablado, ayer mismo, del asunto de los acuerdos. Sobre todo en lo que se refiere a préstamos hipotecarios, los abogados están llegado a acuerdos muy fructíferos, para cliente y para el banco. A este respecto, la lentitud con la que, en la práctica, se tramitan en los juzgados las demandas de ejecución hipotecaria lleva a que las entidades financieras deseen tener al abogado de interlocutor, de modo que se aplacen los pagos, pero, aunque sea en plazos más largos, vayan cobrando las cuotas. También hay bastante movimiento para hacer novaciones de la hipoteca.
Se puede perder el miedo a campos que pueden ser interesantes para el profesional, y que no son objeto frecuente de consideración, al menos de los abogados con más antigüedad: el medio ambiente y la propiedad intelectual, frente al fenómeno de Internet. Tampoco es desdeñable la Protección de Datos.
En resumen, podemos decir que el sector de la abogacía puede estar tocado, pero aún no hundido.
