Los últimos fríos, nevadas y copiosas lluvias en toda España hacen mirar con extrañeza las alarmas acerca de un calentamiento global. Lo que para la ciudadanía es un respiro, a Els Joglars les ha inspirado la enésima burla a lo políticamente correcto. “La cena” satiriza a los políticos que crean alarmas sobre el aumento de temperaturas, denuncia intereses de autopromoción en los partidos y alerta sobre los nuevos “Tartufos”, al estilo del protagonista de Molière; impostores que, a base de artimañas y forzando sentimientos, confunden y sumen a todos en preocupaciones.
Nadie puede negar que, desde hace un tiempo hasta ahora, nieva menos en zonas donde caían nevadas históricas cada año y los abrigos pueden ser más livianos que antes. Sin embargo, el estado de cosas acerca del cambio climático y las propuestas, casi in extremis, que propuso a lo largo y ancho del mundo el ex vicepresidente norteamericano Al Gore, al menos estos días, pueden generar cierto escepticismo.
Y Gore no se quedó solo, dado que los gobiernos en tropel, se lanzaron a secundar las propuestas que él exponía, tras cobrar minutas millonarias por cada conferencia, hacia las que volaba en un jet privado, cuyo CO2 la atmósfera podría ahorrarse de viajar en vuelos comerciales.
En España, la Ley 1/2005, de 9 de marzo, por la que se regula el régimen del comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero y la 22/2005 de 18 de noviembre, por la que se incorporan diversas directivas comunitarias en materia de fiscalidad de productos energéticos y electricidad; así como la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental, son las normas más representativas, dado que no se ha afrontado la Ley contra el cambio climático de la que sin embargo se habló en las elecciones de marzo. Por otro lado, sí se han fijado menos emisiones desde la Eurocámara y un Real Decreto por el que se desarrolla parcialmente la Ley de Responsabilidad Medioambiental, estableciendo multas para los sujetos que contaminen.
"La cena"
Todo esto, junto con los discursos y enfrentamientos que generan en la clase política, ha inspirado "La cena" a Els Joglars. En la obra, cuya ficha matiza que la compañía espera que no se legisle contra la sátira, se desarrolla en distintos ámbitos centrados en el tema del medio ambiente y el cambio climático.
Se inicia a través de la preparación de una cumbre internacional sobre cuestiones climáticas celebrada en un Parador Nacional, y en la que el Gobierno español se encarga de la cena de clausura. En dicho ágape, se pretende deslumbrar a los mandatarios extranjeros ofreciendo un menú hecho por un genio gastronómico, como demostración de alta cocina vanguardista respetuosa con la ecología y el medioambiente. En dicho ambiente, los políticos comienzan una ristra casi infinita de afirmaciones de bien común, promesas de leyes, y clarividencias acerca del rumbo de la sociedad tal cual está.
Els Joglars, compañía famosa por denunciar en clave de humor mitos y abusos de la sociedad, denuncia la impostura y la ligereza con que las administraciones y los políticos tratan las cuestiones que tienen que ver con la naturaleza y el medioambiente; así como la al menos aparente falta de profundidad real de las medidas.
Concluyen que el fomento de los temas ecológicos y del cambio climático, promovidos en versión catastrofista, ha engendrado una nueva moda que se acerca a una forma contemporánea de religión.
"Es nuestro cometido corregir a las personas divirtiéndolas", decía Molière al haber sido prohibida Tartufo dos años después de escrita. Cerraba su afirmación diciendo que "otras obras representan al cielo o a la religión, y esto no molesta en nada a algunos señores, pero Tartufo los representa a ellos mismos y eso no lo pueden tolerar".
