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13/12/2024. 00:52:30
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¿Bolonia?: Vive la difference

A. J. Vázquez Vaamonde

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

El objetivo del proceso de Bolonia es correcto: facilitar la movilización de profesionales titulados superiores, los trabajadores no titulados no tienen ese problema, para hacer realidad la libertad de circulación por todo el territorio europeo. Perola estrategia seguida para logra ese objetivo no puede ser más errónea desde todos los puntos de vista que se considere.

Uniformidad vs. Diferencia.

La protección del medio ambiente incluye la protección de su diversidad. Existen especie vivas muy diferentes cuya utilidad no es conocida. Hablando en términos económicos, resultaría un dislate su cultivo porque la relación beneficio/coste serìa bajísimo. Pero cada una de ellas tiene en su seno una realidad irreproducible con una virtualidad potencial desconocida. Lo sensato no es la destrucción, en aras del mercado, sino la conservación. Todo ello sin entar en más consideraciones acerca del valor de la belleza de la diversidad

En algunos países la dieta de superviviencia descansa en el maíz, el arroz, las patatas, el trigo, etc. Ningún desequilibrado ha propuesto unificar la dieta, sino en su cuantía.

Pero eso pretende Bolonia: uniformizar la dieta en vez de gestionar la diversidad. Los distintos títulos europeos surgen para atender las necesidades locales, las del país que los produjo, por lo que siguen siendo los necesarios para esas necesidades locales incluso en este mundo globalizado.

Si estimamos que en el futuro haya una movilidad del 20 – 30 %, es insensato pretender la uniformidad de unas titulaciones que no atenderá al 80 – 70 % de los casos que sí estaban perfectamente atendidos con las titulaciones actuales. Y aun en ese 20 – 30 % restante de movilidad, en no menos del  80 % de los casos resultará indiferente, cuando no beneficiosa esa diversidad.

Por tanto, a lo sumo, el beneficio, si existe, sería del 16 – 24 %, pero con un inmenso coste en términos económicos y sociales por esa uniformización.

Que esto se apoye por España, un país que partiendo de la uniformidad ha apostado por la heterogeneidad de la autonomía en todos los órdenes, es una incoherencia que aunque es habitual en nuestros políticos, no nos acabamos de acostumbrar.

Relajémonos con un chiste de mexicanos. En una reunión internacional dice uno "pues en mi pueblo todos somos muy machos"; le contesta un francés: "pues en el mío la mitad son hembras y lo pasamos de muerte". ¡Vive la difference!.

Homologación

Mejor resultado, y más barato, se puede conseguir conservando la variedad actual. Bastaría con reconocer la validez legal de competencias que los títulos de cada país en los demás. Si un ingeniero de Pont et Chausses puede hacer puentes y carreteras en Francia, que pueda hacerlas también en España. El Colegio de Ingenieros francés debería certificar esas competencias y ese ingeniero se podría colegiar en España, en el Colegio profesional que le fuera más próximo, con esas específicas competencias. Eso hace tiempo que lo viene haciendo el Colegio de Químicos con la titulación de Químico Europeo.

Quizá habría algún problema con algunas titulaciones, pero una Comisión formada por gente inteligente – ¡no es poco lo que pido! –  podría resolver esos casos de modo colectivo en lugar de la estéril homologación título a título que se practica en la actualidad.

Sin duda habría algunas carreras de algunos países que serían "favorecidas"; es decir,  sería más fácil obtener allí el titulo que en otras de otro país.

 ¿Y qué?. Ya hemos visto que el sedentarismo será lo normal en el 70 – 80 % de los casos. Además, en su mayoría el trabajo de los profesionales es institucional, el profesional libre es mínimo. La sociedad está protegida de la presunta mala práctica de ese presunto mal profesional por un doble filtro: la obtención de esa titulación, no importa donde, y el de la responsabilidad de la empresa de los actos de sus trabajadores. Y las empresas lo saben.

Esa situación ya ocurría en la España uniforme del franquismo. Algunos colegas químicos aprobaron la química analítica en Oviedo, otros farmacéuticos aprobaron la botánica a Granada. Los ingenieros industriales de Madrid consideraban que su carrera "mejor" que la de Bilbao; su "pique" con los del ICAI era notorio. Se decía que los estudiantes de La Laguna eran más "flojitos" y que los químicos de Sarriá, que homologaban su título en Toulouse, pero no en España, eran muy buenos.

Semejante "variedad de competencia" jamás fue causa de fallo profesional sistemático.  Los que hubo fueron todos mérito personal, "el mal de tonto no tiene cura", se suele decir. También, que "hay gente que pasa por Salamanca, pero Salamanca jamás pasa por ellos".

Los esquemas docentes del Reino Unido y de Francia son radicalmente distintos hijos de varios siglos de acceso al conocimiento unos por la vía del empirismo otros del racionalismo

¿Y qué?, volvemos a decir. Ingenieros de ambos países, colaborando codo a codo, crearon el Concorde, una joya de la aeronáutica.  Que al final, por motivos ajenos a su calidad, la empresa cerrara sólo indica eso: que hay desarrollos tecnológicos que valen la pena, pero vistos en su dimensión macroscópica y macroeconómica en la que produjeron bienes sociales y tecnológicos  científicos colaterales que justificaron tal proyecto.

Erasmus

Esa sí que es una buena idea. En realidad, ya se practicaba en la Edad Media antes de que los necios nacionalistas inventaran las fronteras en Europa, hoy desaparecidas.

La estancia durante un año o más en otra universidad europea da a los estudiantes, además de otra opción docente una que es tan importante o más: integrarse en un país y abrir sus mentalidades nacionalistas retrógradas a la realidad de que el hombre es lo único valioso.

Ésa es la vía inteligente, la de conservar la diversidad y fomentar la comunicación. Eso puede hacerse institucionalmente desde la escuela primaria, si resolvemos los problemas lingüísticos, algo que, privadamente, se hace con cursos de verano donde ocio y negocio se combinan: el aprendizaje de un idioma y la educación en la diversidad.

Igualar por abajo

El otro problema de esta insensata búsqueda de la uniformidad la de que siempre le sigue el ajuste por abajo. Ocurrió con la enseñanza primaria. Con la EGB se arruinó y la escuela se volvió un parvulario: Siguió con la ESO, el parvulario se amplió hasta los 14 años.

Continuó con el actual sistema de Bachiller. Hoy ingresan en la universidad estudiantes que no hubiera podido ingresar en mi bachillerato, 10 años, por ignorar los signos de puntuación, cometer faltas de ortografía y no saber hacer a mano una división por tres cifras.

Nada que oponer al cambio de esquema docente con tutorías, pero de verdad; no al fraude de algunos profesores que porque se llaman "tutores" y dejan de explicar en clase creen que dan tutorías. Todo mi apoyo a una docencia más creativa y participativa que no premie con desmesura una memorización insensata. El profesor, malo ya con el sistema actual, seguirá en sus trece con Bolonia o sin ella.

Pero conservemos lo bueno, que hay mucho y, junto a ello, creemos alternativas mejores. No hagamos la torpe: "tabula rasa in qua nihil est depictu". Nadie tiene derecho a despilfarra una tradición que, con sus éxitos y sus fracasos, nos ha llevado a donde estamos.

Quizá podríamos haber progresado más, pero eso no se debe tanto a que el sistema educativo sea uno u otro, siendo como es importante; se debe, sobre todo, a la deficiencia del sistema de justicia distributiva de la riqueza creada por todos los ciudadanos, de la que deriva el acceso a la cultura.

Esa injusticia no cambiará con Bolonia. Con ella o sin ella, habrá universidades de más prestigio. A ellas irán los que tengan la suerte de vivir cerca y los hijos de los ricos para quienes el coste no es un problema. ¡Como ahora!.

Junto a ello se habrá conseguido el éxito de la degradación del título superior, al que ahora se llamará Grado. Si se obtiene en cuatro años de estudio, y no en cinco de licenciatura, sin hacer muchos cálculos eso significa un 20 % menos de tiempo estudiando. O garantizan que Bolonia produce un incremento del rendimiento discente del 20 %, y de eso no habla nadie, o la primera conclusión será un descenso en la calidad de la formación recibida.

La uniformización de Bolonia, de momento, sólo tiene garantizado el deterioro de la calidad. Porque en el esquema sigue sin incluirse el control de la calidad docente del profesorado. No podemos olvidar que la Universidad es una institución que tiene el monopolio de la docencia "superior". Porque a investigar también se enseña, el docente universitario tiene que ser investigador. Pero, sobre todo, tiene que ser docente. Su no investigación puede ser realizada subsidiariamente por otras instituciones investigadoras, CSIC, CIEMAT, INIA, etc., por los Centros Tecnológicos, por las empresas privadas – ¡no nos caerá esa breva!. Siendo indeseable una mala investigación en la Universidad podría compensarse. Su mala docencia no. Que los licenciados en Derecho no puedan ejercer su licencia – ahora se va a llamar sólo grado – sin prácticas privadas es toda una confesión.

O lo que enseñan los docentes es suficiente o si no ¿qué hacen?. La docencia es tan fácil de controlar en su calidad como la investigación. ¡Quízá mas!. ¿Le interesa a alguien?

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