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25/04/2024. 17:59:24

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El derecho a la intimidad en la cobertura de la tragedia de Barajas

profesora de Derecho de la Información en la Universidad de Navarra

La autora afirma que hay una frontera entre la información de un duelo y la del morbo. Se entiende que en el accidente aéreo de Barajas muchas de las circunstancias personales de las víctimas formen parte de las crónicas periodísticas de la catástrofe aérea. Lo que no está claro es que esto incluya las imágenes robadas mediante el acoso persistente de las cámaras. Las víctimas tienen derecho a la intimidad.

Ana Azurmendi

Pasados 10 días desde el accidente aéreo en Barajas, con 153 víctimas, ha cobrado intensidad la polémica sobre la cobertura informativa por parte de las televisiones, y muy en particular, por el acoso a los familiares protagonizado por muchos de sus reporteros.

La tenacidad de estos profesionales en localizarlos, arrancarles unas palabras o tomarles imágenes en sus desplazamientos nos ha proporcionado testimonios de sus reacciones de incredulidad, consternación y dolor. Una gran mayoría de familiares ha conseguido evadirse del cerco mediático. Sólo algunos de ellos se han dirigido a los reporteros para hacer sus reivindicaciones de transparencia en la investigación sobre las causas del accidente. Quedaría por añadir que tanto los informativos como los magazines televisivos han abundado en estos contenidos.

Ante el apremio de la FAPE –federación de asociaciones de la prensa– por la desconsideración de los reporteros hacia las familias de víctimas, las televisiones han contestado que prefieren su autorregulación. Y quizás aquí, para unos y para otros valgan las palabras de J. A. Vidal- Quadras en su magnífico artículo Ni cuervos, ni ángeles, sólo periodistas ("Comunicación y Sociedad" 2(1994) 173-179): "Puede darse la morbosidad, y más gravemente en ciertos programas de televisión, pero  parece fuera de toda duda que los reportajes vivos conmueven a los receptores, estimulan acciones de ayuda en todos los niveles de la sociedad, obligan a los poderes políticos a emprender medidas concretas, movilizan a las organizaciones intermedias, a los ciudadanos corrientes, y fomentan una mejor educación para la solidaridad (…) Pienso que todas las noticias se pueden publicar, si se saben contar".

El derecho a la información como derecho fundamental reconocido en la Constitución y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos garantiza la existencia de un debate público sobre los asuntos de relevancia política y social. Precisamente por su dimensión de pilar de la sociedad democrática, tal y como han reiterado estos tribunales, habrá que admitir una cuidadosa ponderación ad casum cuando entren en juego otros derechos fundamentales como lo es el de la intimidad. Si se aplica esta doctrina común al caso del accidente de aviación en Barajas, se entiende que muchas de las circunstancias personales de las víctimas formen parte de las crónicas periodísticas de la catástrofe aérea. Sus familias entre ellas. Lo que no está claro, sin embargo, es que esto incluya las imágenes robadas mediante el acoso persistente de las cámaras. El trabajo del reportero termina cuando necesita del recurso de su propia crueldad para obtener un testimonio, o peor aún, cuando recurre a enajenarse de sí mismo para actuar con la crueldad de quien le paga. Y ésta es la frontera entre la información sobre un duelo y el morbo. Algo que los ciudadanos detectan al ver las noticias. ¿No pueden los reporteros detectar esa misma frontera al contarlas?

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