En el mundo de la compra online, los gigantes de la venta electrónica, como Amazon, lo saben prácticamente todo de nosotros: ¿cómo pensamos?; ¿qué compramos?; ¿qué nos interesa?, ¿qué nos gusta?, ¿cuáles son nuestros hábitos de compra?, ¿cuánto nos gastamos?… Esta información la obtienen utilizando herramientas que registran nuestra actividad en Internet y software que representa y gestiona esa información. Es decir, se registra nuestra actividad paso a paso en la Red, generando miles de millones de eventos específicos, lo registra de forma ordenada para saber qué camino has seguido culminando con una compra u otra acción.
Esta actividad registrada es además combinada con datos que nosotros mismos hacemos públicos en la Red, como el lugar donde vivimos o trabajamos, la edad que tenemos, etc…, dejando un histórico público digital de muchos de nuestros hábitos de conducta.
Y esto que es exponencial en el mundo del consumo, no lo es tanto en el profesional. Sí podemos decir que ha empezado, se está estudiando, pero todavía no hemos llegado a alcanzarlo. No al menos en todos los sectores. Está claro que el hábito de conducta de un profesional en el mundo jurídico, financiero y de las corporaciones no es igual que el hábito de conducta de él mismo como consumidor, ya que ambos perfiles difieren en el fin que persiguen.
Perfil consumidor y perfil profesional
Mientras el perfil consumidor le lleva a comprar un bien o un servicio concreto, el profesional está planteando la mejor estrategia para la defensa de su cliente (abogado), estudia hacer negocios con otras empresas nacionales o extranjeras (empresario) y está pensando en determinada inversión con un riesgo sobre el capital invertido muy elevado (financiero).
Cada compra que hace el comprador está basada en elementos que le influyen y que le llevan a comprar un bien u otro, o bien les lleva a no comprar nada. En estos casos, un gigante del consumo lo que hace precisamente es identificar esos elementos de influencia en respuesta a la pregunta: ¿qué influye en las decisiones del consumidor?, es decir, qué identifica y analiza elementos de influencia que le llevan a tomar la decisión final.
Eso, en el mundo de la información nos lleva a dar un paso que no se ha dado antes. Hoy en día lo que hacemos los proveedores de información es dar servicios con información de todo tipo: ofrecemos información jurídica, financiera, contable y de otros ámbitos en diferentes clases del documentos, accesible desde diferentes herramientas de consulta como buscadores universales, templates de consulta, índices, documentos relacionados, clasificaciones de listas de resultados, etc… Incluso hemos hecho posible recomendar determinada información jurídica basándonos en la especialidad y búsqueda de un cliente, pero esto no es suficiente.
Para dar ese paso, nos debemos preguntar qué otros elementos influyen en las decisiones de un profesional, además de la información y herramientas de gestión que tenemos y atendiendo a la actividad específica de un profesional. ¿Cómo es de previsible?
Razones para utilizar tecnologías ´Big Data`
Esta es la importancia estratégica del Big Data, pero esta es útil si se transforma en acciones concretas, es decir, con la mejora de nuestros servicios podremos ofrecer la información que hoy no es tan accesible, haciendo al profesional más eficiente ya que le ofreceremos soluciones que mejoran su resultado. Debemos tener en cuenta que una de las principales razones para utilizar tecnologías Big Data es la de mejorar los procesos de negocios, con la finalidad de incrementar sus beneficios y analizar los riesgos a los que se expone.
Este último es uno de los factores clave; el análisis de los riesgos, ya que después de tratar y descartar información, nos permite predecir escenarios futuros.
La clave es ¿cómo el Big Data nos permite gestionar y analizar toda la información que necesita un profesional para facilitarle la toma de decisiones?, ¿cómo utilizamos Big Data para informar y predecir? Por tanto, ¿cómo nos anticipamos al profesional y se lo damos hecho?
El primer paso es plantear las preguntas que pueden ofrecer conclusiones interesantes y empezar a trabajar con ellas. En segundo lugar, debemos determinar de qué fuentes se pueden obtener los datos para analizar. No nos debemos limitar solo a nuestras fuentes, ni a la información que ofrecemos a nuestros clientes de nuestros servicios, sino que también podemos obtener datos de fuentes externas como el BOE, Congreso de los Diputados, Portal de la Estadística Judicial, Registro Público Concursal, CNMV – Comisión Nacional del Mercado de Valores, etc…, y como tercer y último paso, tener las herramientas para cruzar, tratar y mostrar toda esa información ofreciendo un resultado real y fiable.
Finalmente, y de forma adicional, podemos analizar los datos y ver qué ha ocurrido en el pasado para tomar decisiones reactivas (informar) y después inferir qué puede ocurrir en el futuro para tomar decisiones proactivas (predecir).
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