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16/04/2024. 19:47:11

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Neofeudalismo globalizado

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

En estos momentos todos se han olvidado de D. Adán Smith y de su famoso libro “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” donde establecía la hipótesis de que la mano oculta producía la estabilidad en el mercado.

Los capitalistas se hicieron smithsonianos. Como todo buen oráculo, estos amantes de laissez faire- laissez passer decían que la mano invisible, a la que, por cierto, sólo menciona tres veces en toda su obra, regula las conformaciones sociales y compensa los excesos por sí sola. Este orden natural bendice las riquezas y a las empresas a partir de las cuales se mantiene el status social.

La mano invisible, que hoy se llama mercado, exige la no intervención del Estado. Las cosas acomodarán "naturalmente" en un sistema (pan)teísta moderno. El espectador imparcial (la humanidad) cree en la mano invisible equilibradora o simulacro de Dios.

Pero lo dicho por Smith exigía ciertas hipótesis. Un  mercado con igualdad: 1.- de información entre las partes contratantes; 2.- de poder a la hora de contratar. A sensu contrario, estos dos requisitos, que justificaban la innecesariedad de la intervención del Estado, al no existir exigen, precisamente, su intervención del Estado para que el mercado se aproxime a las condiciones establecidas y funcione la mano invisible.

Hoy hay compañías multinacionales cuyos presupuestos superan el PIB de muchos Estados a los que pueden quebrar  manipulando el mercado de divisas. Por ello, no es admisible que un Gobierno permita que su poder sea inferior al de un particular. Es una situación similar a la feudal  cuando el Rey estaba a merced de algunos súbditos, Duques o Marqueses u obispos, más poderosos que él mismo.

Cuando en la Edad Moderna los señores feudales, (las empresas multinacionales y nacionales) empezaron a perder su poder, el Rey (el Estado) empezó a acrecentar el suyo. Fueron años de prosperidad; el yugo regio, todavía no absolutista,  era más suave que el del señor. Las villas prosperaban cuando eran de realengo en relación con las de señorío por lo que todas, de modo democrático, querían ser de realengo.

La situación actual equivale un neofeudalismo. El Rey (el Estado),  está obligado a respetar la ley y la ética, mientras que el señor feudal, (la multinacional o incluso la simple nacional), puede hacer toda clase de trapacerías mientras sean "legales". Pero el montaje actual de la economía es increíble. El propio Rey, (el Estado), se dedica a apuntalar el poder de los señores feudales, (empresas multinacionales o nacionales), que han perdido su poder, al perder su patrimonio, jugando con las reglas que ellas habían puesto. La regla fundamental de todo juego que el que pierde paga el café.

El suicidio está reconocido en la constitución como una opción libre del ciudadano, no como un derecho, y por tanto nadie puede ser sancionado por intentar suicidarse, cosa que sí ocurría no hace muchos años; entonces lo que se sancionaba, realmente, era la ineficacia, porque al suicida exitoso tampoco la sancionaba nadie.

Pero lo que en estos momentos ocurre es que todos los Estados e, incluso, grandes colectivos de trabajadores, violan la norma esencial del mercado: las plusvalías son íntegras del capital, que tiene su recíproca: las minusvalías son íntegras del capital. Se trata del esquema básico de la valorización del riesgo.

¿Qué ocurre ahora?. Si las empresas están en situación de quiebra debe iniciarse el proceso concursal salvo que el capitalista venda sus acciones y consiga hacer así frente a sus deudas. Existen dos posibles compradores: el Estado y los trabajadores.

1.- El Estado donde existe la empresa que puede comprar las acciones a precio de mercado, que en muchos casos podría ser 1 € simbólico, haciéndose cargo de las deudas, dado que las empresas están quebradas. Esta operación tiene múltiples ventajas:

  1. los administradores y altos cargos de las empresas no cobrarán sus "blindajes, porque la empresa está quebrada.
  2. el nuevo propietario puede nombrar a nuevos administradores competentes,
  3. cabe plantearse la exigencia de responsabilidades a quienes las tuvieran.
  4. cuando el mercado se recupere la empresa se revalorizará y el Estado habrá hecho una buena inversión vendiéndola a precio de mercado, lo que, por una parte compensará la inversión realizada y por otra dejará de intervenir en el mercado cuando ya no es necesario.

 

2.- Los trabajadores pueden llegar a un pacto con la empresa en virtud del cual su salario seguirá siendo el mismo pero una parte de él se pagará en obligaciones convertibles a un plazo de, pe. ej., cinco años en los que el mercado ya se habrá recuperado. Esta opción n tiene notables ventajas:

  1. los accionistas, aunque temporalmente no perciban dividendos salvan su patrimonio.
  2. cuando la empresa vuelva a producir beneficios, sólo perderán una parte, la correspondiente a la ampliación de capital por las acciones convertibles
  3. c.- el valor del trabajo seguirá respetándose y, más aun, se incentivará la productividad de los trabajadores en la medida en que la prosperidad de la empresa significará una revalorización de las obligaciones convertibles
  4. de un modo elegantemente financiero, se resuelve el problema de liquidez.

Pero qué es lo que se le ocurre hacer a los Gobiernos de los Estados con indiferencia de si son socialistas, socialdemócratas o capitalistas. Atropellar la ley básica del riesgo. Apuntalar a los autores del desastre con dinero público, el de los ciudadanos que van a sufrir más las consecuencias de tanto dislate financiero.

Hay que reconocer que los capitalistas son, sobre todo, muy listos. Están exigiendo que el Estado, ése que no debía intervenir jamás en el mercado, les de dinero: mucho y pronto y, por supuesto, sin condiciones.

Esto es, pura y simplemente, una situación de total inseguridad jurídica mercantil Los incompetentes, los estafadores, verán financiada su incompetencia o estafa en perjuicio de los competentes y honrados que, ¿una vez más?, serán el tonto del mercado. Y los Estados, mejor dicho, sus Gobiernos, son colaboradores necesarios de esta segunda parte de la estafa globalizada a la que estamos asistiendo. ¿Qué fue de la seguridad jurídica del mercado capitalista y del premio al riesgo?

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