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Utopías y Derechos Fundamentales

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

Siempre ha habido gente a la que le va mal y, pese a ello, aceptan que ése es el orden natural de las cosas. Otros, igualmente perjudicados, no están tan de acuerdo con ese orden natural de las cosas, que les parece injusto, y prenden cambiarlo. También hay gente que se beneficia y apoyan ese orden natural de las cosas. Finalmente otros, aunque beneficiados por el orden natural de las cosas, lo consideraban un orden injusto y quieren modificarlo.

Los que lo aceptan, descalifican a los demás diciendo que son eternos inconformistas, revolucionarios u otros calificativos similares. No oponen ningún argumento ni otra razón que la perezosa de decir: eso siempre fue así, que es, precisamente, lo que se trata de cambiar.

            En el mejor de los casos se les suele denominar utópicos por querer ir contra el orden sobrenatural. Todo el mundo sabe que el ser humano fue expulsado del Paraíso por pecar(¿). La injusticia del mundo es su pena  en éste valle de lágrimas. Bien es verdad que sólo la sufren unos pocos, que a otros con la injusticia les va divinamente.

            Los utópicos, unos irracionales optimistas, consideran que, por el contrario, este es un valle de oportunidades. Simplemente hay que darle a todo el mundo su oportunidad y no acaparar hasta la oportunidad de salir de una mala situación heredada injustamente. Tan injusta es la herencia de la pobreza como la herencia de la riqueza. Ningún heredero hizo ningún mérito para que le endosaran ni la una ni la otra. Simplemente, ¡no es suya!.

Ars longa, vita brevis; aun así tenemos acceso a lo mejor de los mejores pensadores de todos los tiempos. Basta con usar nuestra razón y reflexionar. Sobran experimentos sociales. La historia tiene bastantes ejemplos de errores para no repetirlos; sabemos por qué fracasaron. También tiene un camino marcado por los éxitos; sabemos por qué lo fueron y también podemos evitar los errores cometidos en el siempre difícil tránsito del proyecto al éxito.

            Los animados del sentido del progreso y de la justicia que rige la historia sulenn recibir el rechazo, explícito o implícito, por pretender cambiar el orden natural de las cosas, y el mote de que son revolucionarios, algo exacto porque quieren revolver un orden injusto, pero dicho en sentido descalificativo, o que son perpetuos insatisfechos y resentidos o, en el mejor de los casos, optimistas incurable y, en el tope de la descalificación, unos utópicos.

Producen perplejidad la ignorancia y nula capacidad de reflexión de quienes, sin razones que alegar, recurren al argumento ad hominem, de (des)calificación personal , por la vía de la (des)calificación verbal, tantas veces, por desgracia, preludio de la violencia.

            La historia es una perpetua demostración de que las Utopías son posibles?. Más aun, que aquellas Utopías hoy son Derechos Fundamentales, aunque sólo en algunos países.

            Aunque el cristianismo predicó una Utopía: la igualdad de todos los seres humanos ante los ojos de Dios, nunca quiso convertirlo en realidad la igualdad de todos los seres humanos ante los ojos de los seres humanos. Su poder temporal fue igual que todos. Aun hoy día, donde lo conserva, su poder no es democrático, discrimina a la mujer y produce escándalo moral por su mínima diferencia con otros regímenes igualmente teocráticos.

Era una Utopía pretender acabar con la esclavitud; lo fue hasta el S. XIX.

Más que por las razones éticas de los utópicos, también gracias a ellas, las razones económicas acabaron con la esclavitud. Luego resultó más rentable para los patronos tener trabajadores asalariados a los que pueden negar el salario y allí se las compongan. Pero, sin duda, al acabar con la esclavitud se alteró el orden natural de las cosas

Era una Utopía acabar con la estructura social de castas dominantes y dominadas

El caso más extremo es el de la India donde hay gente "impura", los parias, y gente "sagrada", los brahmanes. Nosotros podemos presumir de que hemos alterado el orden natural de las cosas, aunque quizá lo que hemos logrado es mantener el orden natural de las cosas  de modo más sutil con reyes ¿democráticos? que se creen con derecho a ser diferentes. Aquí los "impuros" son los inmigrantes, con una subcasta, la de los "sin papeles". Así pues, aun es necesario seguir cambiando el orden natural de las cosas.

Era una Utopía pretender que todos tuvieran igual derecho a la educación.

Esta pretensión tenía una razón para oponerse a ella: si todos están educados, ¿quién va a querer trabajar?. Es imprescindible que los ilustrados dirijan y los analfabetos obedezcan; de lo contrario la anarquía destruiría el orden natural de las cosas.

Era una Utopía pretender que la justicia iguale las diferencias sociales naturales.

Al mismo argumento económico, ¿quién va a trabajar (para nosotros)?, que descartaba la opción que todos tuvieran que trabajar, se le añadía el argumento teológico. Dios hizo así el mundo ¿no querrás enmendarlo?. Además, el que mucho tiene está obligado a practicas la caridad que, si no hubiera pobres, ¿cómo podría ser virtuoso?. La opción de practicar la virtud de la justicia era ajena a estas almas bienpensantes; preferían la "caridad" hija de la injusticia.

Era una Utopía pretender que propietarios y trabajadores pudieran votar.

            La razón era evidente; quien tenía propiedades y beneficios en sus negocios, tenía derecho a votar, porque paga impuestos. Su interés en mantener el orden natural de las cosas estaba garantizado. Pero el trabajador, que apenas conseguía comer todos los días una vez, ¡en cambio bebía a diario!, no tenía beneficios sobre los que pagar impuestos. Por lo tanto, quien no paga impuestos no tiene derecho a votar para elegir a nadie para que gobierne el país.. Además, siendo más, se correría el riesgo de que quisieran hacer una revolución.

            Es una Utopía pretender que mujeres y varones tengan derecho al voto.

            Bastante fue con la concesión, ¿o fue una conquista?, del derecho al voto al varón aun si era analfabeto. Pretender que una mujer, cuyo cerebro es de menor tamaño que el del varón, pueda tener el mismo derecho al voto, va contra el orden natural de las cosas. Además provocaría un conflicto en la familia, la base del orden social, si en los matrimonios había dos voces iguales en derechos. Es necesario que alguien tenga siempre la última palabra: el varón.

            Es una Utopía pretender que el Estado controle también la patria potestad.

            Las familia es sagrada. Los hijos, carne y sangre de sus padres, son suyos. Ellos bien saben mejor que el Estado cómo educarlos, cómo "ponerlos a trabajar", cómo hacer que sean obedientes y, si hace falta, cómo darles una bofetada "educativa" en el momento oportuno, para que sean temerosos de sus padres, del rey y del dios en el que crean sus padres. Si se deja al Estado entrometerse en la educación de los hijos iría contra el orden natural de las cosas. Y contra el orden sobre natural. Dios ordenó a la iglesia predicar el evangelio y no al César

            Es una Utopía pretender que el Estado decida si una religión es legal o ilegal

Cualquier persona tiene derecho a que se le aparezca un extraterrestre que le haya hecho su único depósito de la única verdad; puede crear una asociación de fieles, no importa cuan agresiva sea su credo contra los infieles, ni cuan antidemocrática y discriminadora sea con  sus fieles, por razón de sexo o por razón de que "aquí digo yo lo que Dios quiere". Todavía ningún poder democrático se atreve a declarar ilegal a esas asociaciones de creyentes en extraterrestres y se tragan en desayunos su falta de democracia y sus discriminaciones so pena de ser acusados de atentar contra el orden natural de las cosas.

            Son algunos ejemplos de Utopías convertidas en realidad, algunas de ellas aun a medio realizar, porque los dueños del orden natural de las cosas siempre se resisten a ceder los derechos que no poseen. Pero todavía quedan muchas que apenas están en sus inicios…..

            Es una Utopía pretender que el trabajador tenga derecho a las plusvalías.

            Es una Utopía pretender que no haya fronteras para el dinero y si para la gente.

            Es una Utopía pretender acabar con países que viven de la evasión de impuestos

            Es una Utopía ….

            Cuando alguien, a sus razones para progresar, sólo le oponga que eso es una Utopía que pretende subvertir el orden natural de las cosas, no lo dude: o es un necio o pretende engañarle. Y, en este caso, además,.lo hace abusando de su buena fe. Queda mucha tarea por hacer, porque, es bien sabido: la mies es mucha, pero los trabajadores son pocos. Goethe dijo: prefiero la injusticia al desorden. Pero la injusticia es el máximo desorden.

 

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