La elaboración del informe oral no sigue unas reglas fijas, existiendo múltiples opciones como afirma el refrán «cada maestrillo tiene su librillo». Aquí es esencial el aprendizaje obtenido a través de la práctica que nos da la experiencia. En esta materia, soy de la opinión de que cada método será válido si el orador se siente cómodo y seguro para preparar la exposición. Por lo tanto, si bien podemos dar algunas ideas a modo de consejo, su eficacia dependerá del provecho que pueda extraerle cada uno.
La primera idea que hemos de transmitir, y que ya hemos apuntado con anterioridad, reside en que la elaboración del informe va de la mano del estudio del asunto, puesto que a través de esta fase, el orador puede ir obteniendo la información necesaria para la preparación del informe. Sólo a través del conocimiento del asunto, podremos organizar correctamente las ideas, puesto que de eso se trata, de sistematizar y organizar las ideas esenciales del caso en cuestión.
La lectura de los documentos rectores y fundamentales del asunto es indispensable para comenzar a elaborar el informe. Demanda y contestación; denuncia o querella y declaraciones; demanda laboral, etc…, constituyen documentos cuya detenida lectura nos permitirá extraer sin dificultades los argumentos claves de ambas partes. La obtención de tales argumentos se encontrará recogida de forma expresa en dichos escritos o, en su caso, podremos intuirla gracias a esa habilidad que disponemos los abogados para saber donde se encuentran los elementos esenciales del debate. Una vez dispongamos de los mismos, deberán sistematizarse a través del correspondiente esquema, cuya finalidad será ilustrarnos de forma rápida sobre los argumentos que ambas partes sostienen.
ESTUDIO_______ARGUMENTOS
Ya disponemos de los argumentos, pero somos conscientes de que estos se encuentran formados o tienen su origen por hechos cuya prueba será esencial para la estimación de los mismos. Nuevamente, espigaremos entre los escritos rectores y el resto de la documental obrante (por ejemplo, declaraciones de imputados, testigos, etc…) y relacionaremos los hechos vinculados de una u otra forma a los argumentos. Utilizando el mismo esquema, enlazaremos los hechos con cada uno de los argumentos.
ESTUDIO_____ARGUMENTOS______HECHOS
Normalmente, en esta fase es conveniente centrarse en los hechos que sustentan argumentos propios y que constituyen el objeto principal de nuestro trabajo, dejando para el final el trabajo asociado a los argumentos contrarios.
Ahora, una vez que disponemos de los argumentos y los hechos que los conforman, el siguiente paso es determinar la valoración de la prueba que va a acreditar los hechos y, finalmente, sustentar los argumentos. Esta fase es muy delicada, ya que al no haberse celebrado el juicio oral, desconocemos el resultado de la prueba. No obstante, podemos intuir el resultado de parte de la misma, especialmente la que hemos propuesto, si bien, insisto, nos enfrentaremos a otra prueba cuyo resultado desconocemos.
Con esta advertencia, trataremos de determinar que prueba, adecuadamente valorada, podrá evidenciar cada uno de los hechos y/o sustentar cada argumento. Las valoraciones dudosas o probables también pueden incluirse, si bien deberemos ser cautelosos sobre su eficacia futura durante el procedimiento. Nuevamente, siguiendo el esquema anterior, asociaremos cada prueba a los hechos y argumentos.
ESTUDIO______ ARGUMENTOS_______ HECHOS_________ PRUEBAS
Para completar el esquema, y en relación con la parte adversa, podemos realizar el mismo proceso argumentos/hechos/prueba.
Una vez concluido el esquema, disponiendo de todos y cada uno de los elementos necesarios para defender el caso y exponerlo oralmente, es cuestión de elaborar el informe oral por escrito, siguiendo las reglas de división del informe. Este informe escrito no debe ser muy extenso, pues la concreción y concisión de nuestra exposición oral debe germinar de un documento sencillo pero contundente en el que se excluyan las ideas superfluas que poco pueden aportar.
Es conveniente igualmente, una vez elaborado el informe escrito, redactar otro, a modo de guión o resumen del anterior, en el que únicamente recojamos la identificación del argumento, hecho o prueba.
Disponiendo del informe escrito, lo leeremos detenidamente hasta que nos familiaricemos con su contenido. Para ello, es interesante computar la duración de su lectura, para así buscar «huecos» en los que podamos dedicar el tiempo necesario (por ejemplo 10 minutos) para leerlo intercalándolo con otros trabajos. Esto nos permitirá no solo alcanzar un conocimiento completo de su contenido, sino igualmente corregir aquellos detalles y matices que, probablemente, consideremos merecen un cambio.
Estas primeras lecturas tienen que ser muy detenidas, tratando siempre de prestar la máxima atención al contenido del informe, pues es hora de fijar ideas y conceptos. Si hay distracciones, hemos de recapitular y empezar de nuevo.
También en esta fase es conveniente, bolígrafo, lápiz o rotulador en mano, ir destacando aquello que consideremos más relevante, indicando en el lateral del texto los símbolos que nos puedan ayudar a la más perfecta dicción del informe (pausas, silencios, entonación, etc…) Incluso, en ocasiones, ayudará a la comprensión realizar un dibujo que nos ayude a recordar una determinada idea, ya que está demostrado que las imágenes gráficas nos permiten asociar más fácilmente determinados conceptos.
Una vez familiarizados con el informe, es hora de trabajar con el guión. La mera enunciación de los conceptos básicos nos permitirá exponer, sin necesidad de lectura, las ideas esenciales del mismo. Aquí recomiendo recitar el informe, bien sea en la intimidad que nos proporciona nuestro despacho o incluso en nuestra vivienda. Verbalizar el informe es fundamental para asentar los conceptos y que queden perfectamente anclados en nuestra memoria.
A medida que se acerque el juicio, se irá depurando más y más el informe hasta que estemos plenamente preparados para su exposición.