Los abogados vivimos en un contexto en el que desgraciadamente abundan los rencores, la violencia, la insolidaridad, la desigualdad, etc., por citar algunos de los males que perturban la convivencia, pues no hemos de olvidar que el hombre queda, entero y verdadero, en su total dimensión, bajo la mirada del abogado. Y como tales profesionales, intervenimos activamente tratando de encontrar soluciones a los conflictos que nacen de dichos males, aconsejando, mediando, o instando que se alcance una solución justa.
En este oscuro escenario, el abogado, con su esfuerzo, también alcanza momentos de auténtica alegría en los que en ocasiones se consigue la Justicia implorada y se restablece el derecho vulnerado; se alcanza la paz entre los opuestos o se abre un camino de esperanza para los afectados en la enconada disputa.
Esta dualidad es una constante en nuestra actividad; día tras día; mes tras mes; año tras año… Es, sencillamente, la vida que hemos escogido y que nos ha tocado vivir.
Ahora llega la Navidad, y a pesar de las buenas intenciones que nos tratan de impregnar esos símbolos de siempre, el abogado sabe que durante el próximo año todo será igual, pues volverán las personas y los escenarios contradictorios en los que vivimos y donde renacerán los males de siempre.
Pero, insisto, ahora llega la Navidad…
Personalmente, creo que estas Fiestas son una buena oportunidad para que los abogados, lejos de olvidarse de estos momentos sombríos, dediquen algo de su preciado tiempo a reflexionar sobre el Espíritu de la Navidad, y apoyados por la compañía de nuestros seres queridos, presentes o ausentes, meditemos sobre la necesidad que nuestro mundo enfermo tiene de paz, amor, solidaridad, esperanza, y del privilegio que los abogados tenemos de contribuir a alcanzarlos con nuestro trabajo diario.
Donde haya violencia, buscar la paz; donde veamos odio, perseguir el amor; donde exista rencor y sufrimiento, comprometerse con la búsqueda de la esperanza…
¡Todo tan fácil, pero tan difícil!
Compañero, haz que el Espíritu de la Navidad te impregne y que te de fuerza para que de ahora en adelante contribuyamos con nuestro trabajo a superar la utopía de construir un mundo lleno de paz y amor.
Donde haya violencia, buscar la paz; donde veamos odio, perseguir el amor; donde exista rencor y sufrimiento, comprometerse con la búsqueda de la esperanza…
¡¡Muchas Felicidades!!
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