Cuando estéis leyendo este post muchos abogados estarán literalmente haciendo las maletas para tomar sus más que merecidas vacaciones. Otros, tendrán que esperar algunos días o semanas, y los menos, se quedarán trabajando a “medio gas”
En cualquier caso, como siempre indico en estas fechas, las vacaciones de verano son para descansar, para relajarse y para disfrutar al máximo del ocio, pues ya habrá tiempo para volver al trabajo diario.
Sin embargo, lo cierto y verdad es que hay muy pocos abogados que desconecten completamente durante este periodo, pues el reposo y relajación a los que invita el descanso hace que a veces reflexionemos y pensemos con cierta claridad de ideas sobre algunos aspectos de nuestra actividad profesional. De hecho, una vez que nos hemos adaptado a las vacaciones y estamos completamente desconectados, es cuando nuestra mente se encuentra en un estado más propicio para reflexionar sobre dichos aspectos, aunque sea a modo de pura distracción.
Y en este espacio que podríamos llamar "Kit Kat veraniego", es donde entra mi recomendación para este año, que no es otra que dedicar algo de tiempo a pensar en un elemento vital para nuestros despachos y sobre el que este año se ha hablado largo y tendido en la prensa especializada: Me refiero, como no, al CLIENTE.
Si nos paramos a pensar, cuando meditamos sobre nuestra actividad, nos focalizamos en la mejora de nuestra formación técnica-jurídica, de nuestro crecimiento como abogados y como organización, etc…, lo que francamente está muy bien, pero
¿Cuándo pensamos realmente en el cliente?
En mis seminarios sobre clientes siempre digo lo mismo al comenzar: Que detrás de las magistrales sentencias del Tribunal Supremo sobre cualquier materia siempre, siempre se encuentra un cliente. Así de sencillo y así de complejo. Y esta es una gran verdad que debe llevarnos a concienciarnos de la importancia que hoy, quizás más que nunca, tiene el conocimiento del cliente y el aprendizaje de aquellas técnicas que nos permitan ofrecerle una extraordinaria experiencia a la hora de interactuar con el despacho.
Por ello, y para remarcar esta idea, y daros combustible para desarrollar aquellas reflexiones veraniegas, os paso las razones por las que entiendo que el cliente merece toda nuestra atención:
- 1º.- Porque la abogacía es una profesión remunerada, y nuestra actividad tiene como única contraprestación la retribución del cliente. Es decir, sin cliente no hay actividad profesional. Obvio, pero no está de más recordarlo.
- 2º.- Por qué el cliente, a través de los retos que suponen sus encargos, nos ayuda a crecer profesionalmente, mejorando nuestras habilidades de forma directamente proporcional al transcurso del tiempo de ejercicio.
- 3º.- Porque nuestros despachos, como organizaciones formadas por recursos, especialmente humanos, se forman y crecen cualitativa y cuantitativamente gracias a los clientes.
- 4º.- Por qué la relación con el cliente, basada en la confianza, nos ayuda igualmente a crecer como personas, no existiendo otro mejor contexto para conocer los aspectos más nobles y más maleados de la sociedad en la que vivimos.
En definitiva, el cliente, a través de sus recursos económicos, sus encargos y su relación es quien verdaderamente nos ayuda a crecer personal y profesionalmente, como abogados y como colectivo de profesionales.
Por ello, no estaría de más que este verano les dediquemos algo de tiempo a pensar en ellos, nuestros clientes, reflexionando sobre cómo podemos mejorar todos los aspectos que le ayuden a encontrar satisfacción en nuestros servicios.
Concluyo con esta simpática frase del empresario Ariel Brailovsky:
"Muchas personas piensan que el cliente no siempre tiene la razón. La realidad es que el cliente es la razón de las empresas"
¡¡Felices vacaciones!!
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