Mucho se ha escrito sobre las cualidades del abogado procesalista o litigante; innumerables decálogos, artículos, posts, etc., nos ilustran sobre aquellos rasgos que deben predominar en el profesional que interviene habitualmente en el foro la defensa de los asuntos encomendados por su cliente.
Analizando esta copiosa información, recientemente cayó en mis manos un libro escrito por Gianrico Carofiglio titulado El arte de la duda, en el que el autor recoge un decálogo original de Megargee Brown que me sorprendió por la sencilla forma en la que sintetizaba magistralmente las cualidades imprescindibles que configuran la excelencia de un abogado litigante.
Por ello, hoy aprovecho para compartirlo con vosotros y espero que pueda haceros reflexionar sobre aquellas cualidades que podáis adquirir, mejorar o fortalecer.
1º.- Profunda compresión de la naturaleza humana;
2º.- Claridad de pensamiento y de exposición:
3º.- Capacidad de comunicar mediante conceptos directos, sencillos y coherentes;
4º.- Capacidad de formarse un criterio acerca de cuanto acontece en el juicio de valorarlo sobre la marcha para actuar en consecuencia;
5º.- Autodisciplina;
6º.- Capacidad de transmitir una impresión de autoridad;
7º.- Maneras siempre dignas y corteses;
8º.- Personalidad marcada, que ejerza influencia sobre quien entra en contacto con él, o con ella;
9º.- Voluntad casi obsesiva de cuidar la preparación hasta el extremo;
10º.- Renuencia absoluta a usar subterfugios y triquiñuelas.
Como dice el propio Carofiglio, es un decálogo casi perfecto al que podría añadírsele un undécimo requisito que han de reunir abogados y fiscales y, por supuesto, también los jueces: ejercitarse con dedicación responsable y tenaz en todo lo relativo a la práctica de la prueba, cultivando al tiempo la tolerancia intelectual y el sentido de los límites.
Casi nada…
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