Ves cosas y dices,»¿Por qué?» Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, «¿Por qué no?» George Bernard Shaw.
Lo primero es lo primero, y por ello, vaya por delante mi agradecimiento a la editorial Thomson Reuters Aranzadi, a la revista digital legaltoday.com y a sus profesionales, por seguir disfrutando del blog Manual Interno de Gestión dieciocho meses después, y, cómo no, por haber tenido el privilegio de publicar hace una semana un libro bajo el prestigioso distintivo editorial que representa la marca Thomson- Aranzadi.
Y digo esto porque la disciplina y rutina que me han impuesto el envío de los post semanales, los contenidos técnicos de altísima calidad publicados por brillantes colaboradores en legaltoday.com, así como el ánimo y confianza que he recibido de los profesionales con los que he trabajado (un abrazo muy especial para el periodista Juan Iribas a quien va dedicado el libro), constituyen, sin lugar a dudas, el caldo de cultivo de este ensayo, que nace fruto de los conocimientos que he ido asimilando a medida que trabajaba en el blog, nociones que cuando alcanzaron un importante volumen, despertaron en mi el sueño de recopilarlas, actualizarlas y completarlas, hasta crear Abogados: Gestión y Servicio, un texto que recoge mis ideas fundamentales sobre organización de despachos de abogados.
Como veis, ese sueño se ha cumplido.
Abogados Gestión y Servicio, representa una declaración de las ideas que desde hace años he venido defendiendo sobre la forma en la que el abogado debe gestionar su despacho profesional, pues ya desde los años noventa, en la reducida estructura de mi bufete intuí que para que un despacho funcionara, no bastaba con estudiar y dar lo mejor en cada caso que nos llegaba, Dios sabe cómo, sino que había que empezar por los cimientos, y dotar al mismo de una organización elemental que sirviera de soporte y vehículo para la consecución de, al menos, cuatro objetivos esenciales: disponer de una gestión ordenada de los recursos materiales e inmateriales del despacho; ofrecer atención y calidad de servicio al cliente; mantener una línea de conducta profesional asentada en los valores tradicionales de la profesión, y mejorar mis habilidades profesionales y personales para crecer en el ejercicio de la profesión.
Estos cuatro objetivos, que podrían, a su vez, desglosarse en otros y así sucesivamente, pretendían buscar un compromiso en lo que había podido aprender de la abogacía tras la licenciatura y aquellas ideas que intuía podrían facilitar un desarrollo más acorde con las tendencias empresariales y que, sin saberlo, e impulsadas por vientos anglosajones, comenzaban a navegar hacía nuestro país. Ciertamente, bastaba mirar al exterior para comprobar que el grado de organización y gestión de los despachos de abogados en otros países distaba de la tradicional figura del abogado con la que hemos convivido durante gran parte del siglo XX. En estos países, el abogado seguía siendo una profesión tradicional, de importante raigambre en la sociedad, respetuoso con sus valores tradicionales, pero a vez la moderna y valiente, sabedora de que para la sociedad no bastaba con una excelencia técnica, sino que era preciso disponer de todo un conjunto de habilidades mas relacionadas con áreas más cercanas al mundo empresarial (comunicación, marketing, recursos humanos, economía, etc…) que le permitieran no sólo gestionar adecuadamente sus despachos, sino ofrecer una diferencia permanente al cliente a través de un servicio mejor y de calidad ofrecido por el profesional gracias a las habilidades obtenidas en este proceso.
La idea fue cuajando, y a pesar de disponer de un pequeño despacho, traté de organizarlo como una micro empresa: Establecía proyectos para cada materia ajena a la propia llevanza de los casos; planificaba a corto y medio plazo; trataba de captar y fidelizar a los clientes de una forma ordenada y coherente; buscaba la mejora continua en mis habilidades, etc… De este modo, pude comprobar que era posible dirigir y trabajar en un despacho orientado por principios que garantizaran su crecimiento estable y ordenado como si de una empresa se tratara, pues ¿Quién duda hoy que los despachos no son empresas?, pero sin olvidar que existen unos principios y valores que adornan nuestra profesión, y que la hacen grande y distinguida, alejándola de desviaciones que, de centrarnos exclusivamente en el concepto de empresa, pondrían a riesgo nuestro último fin que no es otro que colaborar con la Justicia.
Hoy, tras años de experiencia, mi intuición se ha visto confirmada, no sólo por el desembarco de las grandes firmas anglosajonas a finales de los noventa y su posterior arraigo, sino percibo que los abogados (que no podemos olvidar trabajan en una altísima proporción en despachos individuales) son plenamente conscientes de estas ideas, y en mayor o menor medida, comienzan a implementarlas. Basta para ello comprobar no sólo como se han incrementado en estos últimos años las publicaciones de libros y artículos en revistas especializadas sobre gestión y organización de despachos, sino también como colaboran en estas publicaciones expertos en comunicación, marketing, recursos humanos, economistas, dirección de empresas, etc…, lo que hace algo más de una década era impensable. Y al día de hoy, precisamente en un contexto económico muy complicado, el abogado del siglo XXI debe utilizar estas herramientas para capear el temporal y sobreponerse a las dificultades que está soportando nuestra profesión, pues sin la ayuda de ellas, de seguro que habrá que duplicar las energías y el esfuerzo.
Resumiendo, Abogados: Gestión y Servicio, nace con el propósito de hacer reflexionar al profesional de que es posible y necesario hacer converger los valores tradicionales de la abogacía, nuestra esencia y forma de ser, con una forma de prestar nuestros servicios cimentada sobre unos pilares importados de la empresa, que hagan de nuestra profesión una actividad joven, ágil, moderna y atractiva como la que empezamos a vislumbrar.
Para concluir, reiterar mi agradecimiento a la editorial Thomson-Aranzadi y a la revista digital legaltoday.com por su importante contribución a que esta obra vea la luz, y a todos vosotros, que con vuestra lectura del blog nos ayudáis a seguir día a día con ilusión, al píe del cañón.