"Una persona culta ya no sabe latín, pero sí informática". La frase del filósofo y matemático español, Javier Echeverría, es a todas luces resumen de la sociedad en la que nos encontramos. Sin lugar a duda, vivimos en un mundo distinto al que vivieron nuestros padres, donde la innovación tecnológica es el pan nuestro de cada día, y donde el peor error que podemos cometer es resistirnos a las Nuevas Tecnologías.
Las NNTT nos trae un mundo contradictorio, donde nada parece lo que es. Podemos viajar de un punto a otro del planeta sin movernos desde nuestro sillón, lo que nos permite tener reuniones de trabajo sin tener que desplazarte, ahorrando no solo en costes, sino en comodidad. Nos permite asistir a cursos, los cuales podemos hacer a nuestro ritmo. Nos permite estar en contacto con nuestros seres queridos. Es un mundo de oportunidades, al que no se le puede dar la espalda.
La innovación hoy día marca la diferencia en el desarrollo de los países, pues la brecha digital es muy acusada de unos países a otros, incluso dentro de un mismo país, de unas zonas a otras. Y ello va muy unido al conocimiento, pieza clave de la sociedad en la que vivimos.
El conocimiento hay que distribuirlo, expandirlo, pero para eso es necesario crearlo, y para crearlo es necesario dos factores: tiempo y dinero. Lógicamente, los países industrializados lo tendrán más fácil, pues tienen una ventaja temporal ya adquirida, y tienen dinero (o tenían antes de la crisis). Los otros países le falta lo segundo, y el tiempo que tienen no pueden derrocharlo en otra cosa que no sea la subsistencia.
Sin embargo, vemos ejemplos de países como India, o China, que como Japón después de la Segunda Guerra Mundial, se han puesto manos a la obra y, decididas a convertirse en potencias tecnológicas, han invertido en los últimos años en educación e investigación. Y lo están consiguiendo. De hecho, cuando decimos que el mundo ha cambiado, lo es no solo por las innovaciones, sino también porque el orden mundial se está desplazando hacia oriente, viendo cómo se va apagando, a pasos agigantados, occidente. China ya no quiere ser solo la fábrica del mundo, sino que el mundo dependa de ella para su funcionamiento.
Otras regiones del mundo no han sido tan ambiciosas, y se han dedicado a seguir un patrón de producción y exportación de materias primas a los países desarrollados, lo cual era un negocio bastante rentable, pero cuya consecuencia ha sido el estancamiento temporal y la consolidación de una sociedad de clases muy marcadas, a la que no interesa, claro está, cambio alguno, por lo que difícilmente creemos que inviertan en tecnología. Hablamos sobre todo de Iberoamérica y África
Las NNTT no son la base del futuro, sino del presente.
Pero el desarrollo tecnológico ha traído unas consecuencias negativas, además de las mencionadas. Se ha deteriorado el medio ambiente como nunca antes había ocurrido. En aras del poder económico todo parecía justificado. Se abre ahora una nueva Era dentro de la nueva sociedad en la que vivimos: la innovación ecológica, lo que denominan como desarrollo sostenible. Y es que, como se dice, otro mundo es posible.
Y terminaremos este blog de la misma forma en la que lo empezamos, con una frase, en este caso de Thomas Chalmers (1780-1847), teólogo y escritor escocés, que dice así: "La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar".
